Capítulo 14: Un nouveau départ

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Jacque.

El sonido del claxon de los vehículos que vienen detrás me alertan de que el semáforo ha cambiado y debo poner el auto en marcha. Me encontraba tan absorto en mis pensamientos que me había olvidado hasta de que iba manejando. Habían pasado doce días desde la última vez que la vi.

Doce días, en los que no había dejado de pensar en ella un solo segundo y mi corazón no dejaba de sentir una gran opresión. Me sentía acorralado, tanto, que asfixiaba. No había podido dormir bien, tenía un aspecto terrible y las personas empezaban a darse cuenta. Esta situación me estaba consumiendo y no entendía el por qué, ya que realmente ni siquiera alcancé a iniciar una amistad con ella.

Quizás si hay cierta razón, como aquel dicho que dice que, lo que más duele es aquello que no se tuvo, habiendo existido la oportunidad de haberlo disfrutado. Bufé frustrado, estaba insoportable, Layve ni siquiera me hablaba. Seguía resentida conmigo por lo del viaje al que no la acompañé y ahora estaba enojada conmigo porque le había respondido mal. Megan, me había dicho que saliéramos, pero no tenía muchas ganas, así que no lo he visto desde entonces, solo hablamos por mensajes.

Le terminé pidiendo a papá que me trasladara de lugar de trabajo. Primeramente, le había dicho que quería tomarme una semana, pero él se negó rotundamente, por lo que me trasladó a otra sede.

Por lo menos había contado con el favor de no cruzarme con Alizee, pero no dejaba de sentirme culpable y de pensar en cómo se sentía. Creo que eso era lo que más me atormentaba y también el hecho de que justo cuando había cedido a abrirse a mí. Mi corazón estaba hecho trozos y yo mismo era el culpable.

Pegué la cabeza al volante cuando estacioné en casa. Papá me había mandado a por unos papeles a una firma al otro lado de la ciudad, pero cuando llegué ya estaba cerrada.

Genial.

Mis días mejoraban cada vez más.

Solo faltaba que me encontrara a Alizee para que terminara de mejorar mi frustrante existencia.

Me bajé del auto enojado, papá sabía que la firma estaría cerrada y por eso me mandó. ¿La razón? No la conocía. Seguro era a forma de castigo por mi tosca actitud estos últimos días y quizás tenía algo de razón. Les pediría disculpas a los tres, no merecían soportar las consecuencias de mi decisión.

Me había costado decidir, pero al final preferí hacer lo correcto. Todavía no era capaz de darle la cara a Alizee, y decirle que ya no podríamos ser amigos. Era muy cobarde de mi parte, pero preferiría sentir el rechazo por parte de ella eternamente, a que ella lo sintiera. No podía hacerle eso y la solución había sido evitarla.

Quizás también me daba miedo volver a verla después de tantos días y retractarme.

Intentaría no darle más mente al asunto durante la cena, alejaré esos pensamientos y me concentraré en mi familia.

Pero no sin antes reclamarle a papá, claro.

Abrí la puerta y al no ver a nadie en la sala me dirigí a la mesa, vi a papá y me enfrasqué en él.

—Papá —lo llamé secamente.

Me pongo frente a él, dándole la espalda a Layve. Seguro hoy si se bañó, porque se siente un olor agradable en el ambiente.

—Hola, hijo —me regala una sonrisa angelical.

—Me hiciste cruzar media ciudad sabiendo que estaría cerrada dicha firma —le suelto sin más.

InquebrantableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora