Capítulo 02: Petite Tempete

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Jacque

Mis dedos se mueven por inercia y mis ojos permanecen fijos en la pantalla, pero mi mente está en otro escenario diferente.

Un cojín impacta contra mi cabeza y regreso a mi presente. Giro mi cabeza hacia el dueño de aquel ataque, enarco una ceja.

—Te estoy hablando y me estás ignorando —riñe.

—Estaba pensando en algo —regreso la mirada al videojuego.

—¿Y qué es eso que te preocupa tanto?

Abro la boca para responder, pero luego me arrepiento y decido evadir la pregunta.

—Ni siquiera yo sé por qué pensaba en eso, no tiene importancia —dejo mi cuerpo recostarse por completo en el sillón y suelto el control que tenía en manos.

—¿No vas a jugar más?

—No, me aburrí ya y tengo hambre ¿Pedimos algo? —pregunto estirando las piernas.

—No tengo dinero, con el que llevaba compré el juego —señala al mencionado, con el cual jugábamos hace unos segundos. Permanece en silencio y luego habla —Hace unos días ocurrió algo raro.

—¿El qué? —pregunto mientras busco mis zapatos.

—Mamá me envió a buscar unas cosas en el sótano y revisando encontré unas fotos de papá con una niña, le pregunté quien era y evadió el tema.

—¿Y eso raro porque...?

—Uno, no evades un tema a menos de que sea incomodo. Y dos, eso no es lo raro.

—¿Qué es entonces?

—Hace unos días paseando a Dante en el parque choqué con una chica y cuando levanté la mirada se parecía a la niña de la foto.

—Pudo haber sido una coincidencia —me encojo de hombros—. Probablemente tu mente se quedó con la intriga y decidió relacionarlo de esa forma.

—No lo sé, Jacque. Es algo muy inquietante, además de que cuando ella me vio se quedó mirándome fijamente y no se movió. Se quedó petrificada, es como si ya nos hubiéramos conocido, pero no pudiéramos recordar de dónde.

Suelto una carcajada.

—Estás viendo muchas películas de reencarnación.

—No te rías, no es como si sintiera que es mi alma gemela, pero es algo raro... —permanece en silencio un par de segundos—. Ahora que lo recuerdo, puede que sea la misma niña de la foto.

—¿Por qué lo dices? —me apoyo cruzado de brazos en la cómoda que está en frente de él y le doy toda mi atención.

—Sus ojos.

—¿De qué color eran?

—Eran cafés —suelto otra risa, millones de personas tienen los ojos cafés. Refuta antes de que pueda decir algo—. Pero no cualquier café, un café especial, un café diferente y único —ruedo los ojos ante su absurda justificación—. Era muy bonito el tono que tenían, no era como la mayoría de los ojos color caca del 85% de la población —se ríe—. Incluso, tenía un ojo un poco más claro que el otro, como si fuera heterocromía, pero en lugar de tener un ojo verde y otro azul, los dos cafés, pero uno más intenso que el otro.

—Ya, muy linda la historia de película. ¿Quedaron para salir o algo? —pregunto tomando las llaves del carro.

—No.

—¿Cómo qué no? —enarco una ceja.

—Ni siquiera sé su nombre —pone una mueca llena de decepción.

InquebrantableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora