DIA 3.- Demuestralo

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Haruka estaba sumergido en la tina de tal manera que sus brazos y rodillas sobresalían por encima del agua, sobre el cuerpo de Makoto. Las piernas abrían el espacio suficiente para que Haru se sentara frente a Makoto, mientras los brazos envolvían su torso y el pecho soportaba el peso de su espalda a cambio de que su hombro soportara el peso de su mentón.

El baño caliente -más por petición de Makoto que por gusto de Haru- se evaporaba en un espeso manto blanquecino que opacaba la vista e intimaba más, de ser posible, el momento en el baño del delfín. Poco tiempo había transcurrido entre ellos, en el baño, si se comparaba con el tiempo que habían pasado en la sala, esperando a que el agua, y algo más, se calentara. Siempre más en vano lo segundo que lo primero, se decepcionaba a si mismo Haruka, con impaciencia. Cuando Makoto reparaba en cuanto anhelaba su atención, más se tardaba en hacer su aparición ¡a propósito! Y sólo había una manera de resolverlo: usar soluciones drásticas para problemas drásticos... aunque a Haruka no le agradara.

El agua de la tina se ondulo en pequeñas olas cuando Haru se levanto para cambiar de posición. Ahora su pecho latía contra el pecho de Makoto, a un ritmo desenfrenado que hacía eco en su cabeza.

—Makoto —murmuro desde su escondite en la curva del cuello— realmente me gusta. Mucho. Más que la caballa. Más que el agua.

—Haru también me gusta mucho —los brazos de Makoto abrazaron de nuevo a Haru, esta vez con más fuerza que la anterior. Sus cuerpor se rozaban en piel contra piel y algo más que una sensación comenzaba a erizarles—, pero yo creo que quiero a Haru mucho más de lo que él me quiere a mi.

—Tonto —si guerra quería, guerra tendría. Lo que comenzaba lo terminaba, por provocarlo—. Yo te quiero incluso cuando no quitas el "chan" de mi nombre.

—Tendrás que demostrarlo, Haru-chan.

Una sonrisa. Por supuesto que lo demostraría. Haruka beso el cuello de Makoto antes de morderlo y chupar su piel suavemente. Como una rosa floreciendo, el color rosa crecio en una marca rojiza a la que siguieron más similares. Subiendo por el cuello, alcanzo la mandibula. Beso aquí y allá un camino hacia el mentón y se detuvo. Haru tomo los hombros de Makoto bajo sus manos y alzó su cuerpo fuera de la tina, rozando sus miembros endurecidos repetidas veces. Si Makoto quería escuchar suplicas, escucharía suplicas... y serían las suyas, para continuar, para terminar. Otra sonrisa. La hora del baño ni siquiera estaba cerca de terminar.

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