Prologo: El Libro De La Creación

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  • Dedicado a Anna Olivo
                                    

Según las antiguas escrituras, hace muchos siglos, cuando la tierra se encontraba en completa tranquilidad existía un reino divino, gobernado por el "Creador", un ser espiritual dador de vida y creador de todo lo existente, un reino habitado por Ángeles unos seres divinos sin pecado alguno, un reino regido en el vasto cielo y de ahí fue como lo llamaron "el Reino del Cielo"; Sin embargo, existía otro reino, un reino lleno de maldad, oculto ante los ojos del Creador, un reino nacido para dar destrucción y condenar a las almas impuras, este reino ínfimo fue llamado Infierno, ubicado en lo más profundo de la tierra; las criaturas que gobernaban el reino del Infierno eran conocidas como Demonios, y no poseían alma alguna.

Los ángeles, los seres más comunes en el Reino del Cielo eran dirigidos por los Arcángeles seres divinos cubiertos por la bendición de su creador, destinados a proteger y mantener el orden en el reino del cielo. Todos los ángeles y arcángeles eran iguales entre sí, sin embargo había quienes se creían superiores a los otros e intentaron gobernar un reino que no necesitaba gobernantes, intentando presionar e irrumpir en la tranquilidad del Cielo condujeron a los Arcángeles a tomar partido y defender a aquellos que fueron oprimidos de manera injusta, tomando las armas ya olvidadas en el pasado para así blandirlas en defensa de los débiles desatando una guerra devastadora, guerra que duraría siglos sin poder resolverse; Tres ángeles Abbadon, Diablo y Samael corrompidos por pecados imperdonables fueron siendo arrastrados a las orillas del reino del cielo buscando ser desterrados por el bien del reino, pero estos Ángeles entre más lejos del reino estaban su apariencia fue cambiando, las plumas de sus alas cayeron lentamente, su piel se tornaba roja y áspera como si perdiera su vida, de su rostro cuernos inmensos empezaron a brotar y sus ojos se tornaron rojos como las llamas, el odio corrompió su alma y los pecados no les brindarían perdón alguno; condenados al exilio de su reino solo les quedaba un lugar al cual ir, al Infierno.

El Infierno es un reino para los condenados, aquellas almas perdidas que perdieron su rumbo y han cometido pecados prohibidos por el creador, terminan en este reino de fuego y lava donde son castigados por sus propios actos; Los Demonios y su mera existencia nos recuerda la imperfección de nuestro Ser y como es fácil caer en tentaciones para vernos corrompidos. La llegada de los Tres ángeles caídos al Infierno ocasiono un alboroto, pues como los seres divinos más puros habían podido verse tentados por los pecados, esto supondría la debilidad del reino del Cielo y tres ángeles caídos podrían reflejar la caída de un reino entero. Abbadon, Diablo y Samael juraron vengarse por lo que sus hermanos les hicieron.

Al transcurrir un siglo del destierro de los tres ángeles caídos, agruparon fuerzas con los demonios ya existentes en el infierno, las siete razas de los pecados prohibidos por el creador, junto con el liderazgo de Abbadon el general de las fuerzas del infierno, organizaron un ataque devastador al reino del Cielo reclamando su poderío ante los ojos del creador; Los ángeles al ver el ataque a su reino intentaron escapar, sin embargo los Arcángeles intentaron proteger diezmando las filas de los demonios en una batalla que duraría cien años, el comandante del reino divino el Arcángel Miguel, logro despojar a Abbadon de sus siervos, hiriéndolo gravemente, logro así volverlo a condenarlo al infierno, prometiéndole blandir su espada en contra de aquel que osara desafiar al reino del cielo.

El Creador después de ver el caos ocasionado entre su reino más querido y el Infierno decidió alejas a los ángeles de la tentación aislándolos así de los dos reinos y creando un nuevo reino, el reino del Hombre, todo Ángel que aun estuviera con su alma pura podría existir en este paraíso en la tierra, abandonando sus alas y obteniendo una vida de libre albedrío donde sus decisiones definirían su propio futuro.

Abbadon herido regreso al infierno con algo nuevo en mente, les pidió a sus hermanos Diablo y Samael que lideraran un ataque a la tierra media, al Reino de los Hombres. Diablo ordeno a los esbirros más débiles a liderar el ataque y el los guiaría hacia las puertas del infierno; Samael tomaría a los esbirros más fuertes y los ocultaría entre las sombras, guiándolos para atacar por sorpresa. Abbadon observando desde lo lejos pudo dirigir con fiereza el ataque al Reino de los Hombres, logrando atravesarlo con gran facilidad para saciar su sed de venganza, pero no duraría mucho este placer, el creador ordeno a los arcángeles a proteger la tierra y alejas a los caídos al infierno por tercera vez, pero esta vez sería diferente, los Arcángel los arrastrarían al infierno y los encerrarían por siempre a través de un sello sagrado; El sello impediría que cualquier demonio atravesara al reino de los hombres, cualquier demonio que lo tocara moriría calcinado por el fuego divino, pero para que este sello se llevara a cabo tendría que hacerse un sacrificio, un sacrificio desinteresado por la humanidad; El Arcángel Miguel lidero por segunda vez las fuerzas divinas para lograr colocar el sello, la batalla fue devastadora, ángeles y demonios muriendo en una guerra sin fin, pero cuando la batalla estaba a punto de terminar con la vida de todos los seres divinos, el Arcángel Miguel logro empujarlos a la puerta del infierno y ahí mismo clavo su espada en la tierra gritando

"Demonios Infernales, per voluntatem creator, non vobis praeterire!"

 (¡Demonios infernales, por la voluntad del creador, no pasaran!)

La hoja de la espada del Arcángel Miguel desato un brillo tan resplandeciente que dejaría ciegos a los ángeles y demonios; La espada habría creado un sello divino impidiendo que pasara cualquier demonio al reino de los hombres; Satanás y Samael intentaron romper el sello inmediatamente pero fue en vano, el fuego del sello creado por el Arcángel era lo suficientemente fuerte para retenerlos en el infierno por toda la eternidad; Abbadon observando desde lo lejos no pensaba lo mismo y se acercó aun graves de sus heridas a el Sello y viendo fijamente a los ojos del Arcángel Miguel le dijo con una voz suave pero perturbante —Nada ni nadie podrá proteger a los hombres de mi, su sangre correrá como un río para saciar nuestra sed de venganza.

Abbadon viendo a sus hermanos, camino hacia ellos y les dijo —Hermanos esperaremos a que el sello se debilite y atacaremos, pero por ahora esperaremos en las sombras"; Los tres ángeles caídos regresaron a lo más profundo del infierno con la promesa de volver para destruir a el hombre.

El Arcángel Miguel temeroso de que Abbadon cumpliera su promesa se volvió con los hombres y les dijo —El mal que yace más allá de este sello buscara atravesarlo y ustedes mortales tendrán que protegerlo, no duden de su fuerza ni de su voluntad o ellos vencerán.

Miguel se volvió al sello y tomo la empuñadura de su espada que se había roto para impedir que fuera retirada del sello y se lo dio a el hombre más viejo del reino y le dijo —Esta espada brillara cuando el sello corra un gran peligro, y la única manera de reestablecer el sello es que la espada este completa, cuídenla y atesórenla para toda la eternidad pues el futuro del reino de los hombres dependerá de ello.

El Arcángel Miguel guio a los arcángeles y a los pocos ángeles que conservaron sus alas al Reino del cielo para vigilar a los hombres por si alguna vez necesitaran de su ayuda; Los humanos tomaron la empuñadura y prometieron defender el sello de cualquier demonio que intentara atravesarlo.

Cazadores de Demonios: Los Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora