Cazadores de Demonios: Los Ángeles Caídos

Capitulo IV: Cazadores y Devoradores

Cuando el sol se puso al Alba, Sebastián se levantó y se percató que Edward no se encontraba junto con ellos, parecía haber desaparecido desde muy temprano y sin haber avisado a nadie; Sebastián levanto a Anna y a Tom, para preguntarles sobre la desaparición de Edward, sin embargo ya había sido tarde porque atrás de él se aproximó una silueta lentamente y le tomo el hombro; Anna se había levantado tras el intento de Sebastián y cuando pudo ver la silueta que aparecía atrás de él grito fuertemente; Tom se levantó asustado cuando escucho el grito de Anna y tomo rápidamente su daga, cuando volvió su mirada hacia Sebastián, él se encontraba sujeto del hombro por esta silueta de una persona cubierta con un gorro y un sweater largo —Tranquilos, soy Edward— dijo la persona a la que le pertenecía la silueta; Todos espiraron fuertemente y volvieron su mirada más tranquilamente

—Me impresionaste Tom, pero ahora deja tu Daga y alístense— dijo Edward mientras aventaba ropa hacia Sebastián, Anna y a Tom que se encontraban recostados.

Después de unos breves instantes Sebastián, Anna y Tom se habían cambiado la ropa que llevaban puesta y se colocaron sweaters similares al de Edward, sin embargo no se quitaros la armadura de tela que era similar al kevlar y se las dejaron puestas debajo de los sweaters para conservar algo de protección en caso de ser atacados por demonios.

Edward alisto la mochila y dijo que partirían cuando el sol estuviera en cenit, ya que a esa hora del día el sol está en su punto más fuerte y los Retriversno podrían seguirlos, pero su mayor preocupación eran las criaturas llamadas Devoradores y más aún si eran acompañadas de los Saqueadores ya que estas criaturas eran inmunes a la luz solar y siempre atacaban engrandes cantidades.

Mientras el Sol se colocaba en el punto más alto del cielo, Edward decidió que todos deberían comer un poco y aprovecho el tiempo para hablar con ellos sobre los riesgos que les esperarían. —Sebastián necesito que todos pongan atención a lo que les diré— comento Edward con un tono de voz serio y se podía sentir su preocupación —Pase lo que pase deben de permanecer juntos... deben de saber que el sol nos protegerá de los Retrivers, pero hay otros demonios que no le temen a la luz del sol, y los peores de ellos son los Devoradores— ellos recordaban claramente la explicación de esa criatura del día anterior, y sabían que correrían un gran peligro.

—Estas criaturas atacaran en grandes cantidades, y debemos permanecer juntos, si nos llegamos a separar, ellos nos mataran sin titubear...— Edward parecía más preocupado que antes y su voz logro asustarlos —Note preocupes por nosotros Edward, estaremos bien— contesto Sebastiáncon una voz de confianza que le devolvió la serenidad a sus acompañantes.

Sebastián se acercó a Edward y le pidió hablar a solas unos momentos

—Edward, quiero que te encargues de cuidar a Anna y a Tom, yo podre cuidarme solo, está en mi sangre ser un Cazador, y yo he puesto en riesgo su vida... por favor, cuida de ellos— comento con un rostro de seriedad —Lo que usted ordene mi señor Grey, pero debe de saber que su vida es prioridad, y no dejare que nada le pase a usted— contesto Edward con una voz aún más seria y sin titubear al hablar; Sebastián cruzo la mirada con Edward y asintieron mutuamente.

Tras la conversación privada que tuvieron, Edward dio la orden de que se alistaran todos para salir y que no olvidaran la promesa de permanecer juntos.

Al salir de la casa abandonada, Edward dirigió el camino directo a la estación del metro de Gatwick, donde tendrían tomar un tren con dirección a London Victoria.

Cuando el grupo de jóvenes Cazadores y Edward llegaron a la estación del metro de Gatwick se dieron cuenta que una gran cantidad de policías cuidaba las entradas, y que cada uno de ellos llevaba una hoja con retratos hablados y fotos de lo que paso el día anterior en la casa de la familia Grey; Edward se percató rápidamente y les pidió a todos que descubrieran sus rostros, así no pasarían como personas sospechosas; Cuando Edward se descubrió se le notaron cicatrices de rasguños que recorrían su rostro, tenía cabello quebrado que cubría su cabeza hasta sus hombros, y su rostros reflejaba una edad no mayor a la de los treinta años; Los jóvenes cazadores quedaron impresionados, pues nunca habían visto a Edward con su rostro descubierto, pero él no aceptaría tanta atención y ordeno que se dieran prisa ya que no tenían tiempo que perder.