Capítulo VI: El Ángel de la Muerte

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La noche que parecía estar tranquila, pronto cambiaría, sonidos de susurros recorrían el aire, pisadas y golpes se escuchaban provenir de las afueras de la catedral; Los Cazadores y el Sacerdote notan que algo no andaba bien, los demonios no lograban atacar tan cercas del amanecer, pero parecía que eso estaba a punto de cambiar; Edward se asomó por un vitral al exterior y logro observar un grupo de gente caminar hacia la catedral, sin embargo, no eran personas comunes, era una hueste de Ghouls, cuerpos sin alma dominados por los Saqueadores, los sabuesos de la muerte.

Edward advirtió rápidamente al Sacerdote y a los otros cazadores sobre el ataque inminente, sin embargo el Sacerdote parecía no estar preocupado, pues el mismo había bendecido las tierras de la Catedral y ningún demonio podría entrar.

—Los demonios destruirán todo a su paso si no los detenemos— dijo Edward quien parecía aun preocupado por los Ghouls.

—Tranquilo Edward, nadie puede destruir la iglesia, es santa— contesto Tom con un tono relajado; Edward volvió su mirada hacia el joven cazador y le contesto —Las construcciones no son sagradas, las iglesias no son sagradas, lo que hace sagrado algo, es el alma y no por que estemos aquí significa que este lugar sea sagrado—

—Tranquilo hijo mío, he protegido mis tierras con la bendición de los Cazadores— contesto el padre mientras intentaba relajar el enfado de Edward.

—Padre no dudo de la eficacia de sus bendiciones, pero debe entender que estamos en riesgo— contesto aun molesto por la tranquilidad con que tomaban el ataque; El Sacerdote tomo más enserio las palabras de Edward y decidió ver por el vitral a lo que se enfrentaban; Cuando el Sacerdote asomo su cabeza, logro apreciar a el ejercito de los Ghouls que decía Edward, sin embargo, algo más tenebroso se acercaba, docenas de Retrivers y Devoradores asechaban la entrada de la catedral y la habían rodeado completamente.

—Es inaudito— dijo el padre mientras su preocupación crecía rápidamente

—Como esos demonios osan marchara a escasas horas de la salida del sol... ¿Acaso habrán olvidado que serán destruidos por la luz divina el nuevo amanecer?— la preocupación del padre crecía y los jóvenes cazadores comenzaron a preocuparse. Del ruido aterrador de las huestes que aguardaban a las afueras de la catedral, lograron alzarse gritos de Legionarios, la batalla reduciría todo en cenizas, era un ejército del infierno dispuesto a terminar con la catedral y con toda la gente que se encontrara adentro.

Los Cazadores novatos empezaron a experimentar la "emoción" que Edward y Sebastián sufrían cuando los demonios se encontraban cerca y eso solo podría significar algo, habría una guerra y tendrían que luchar por sobrevivir; El ruido infernal seso repentinamente y el corazón de los Cazadores se aceleraron, la batalla era inevitable y del silencio se escuchó una voz tétrica, una voz que Edward jamás había escuchado antes —La muerte está cerca...— era una voz lenta y aterradora, parecía que su voz arrastrara a las almas de toda la ciudad, era tan penetrante y poderosa que se escuchaba por toda la iglesia; Los Cazadores quedaron abatidos por el sonido de la voz del demonio que repetía continuamente lo mismo; El sacerdote se dirigió rápidamente hacia el altar en busca del libro de la creación, sin embargo no lograría llegar antes de que la voz se escuchara nuevamente

—Muerte y Sangre cubrirán las tierras de Canterbury.... — la voz parecía retar a los Cazadores y al mismo Sacerdote a luchar por su vida —Demonio del infierno, no te tenemos miedo— dijo el padre mientras lograba sostener un crucifijo que llevaba con él

—Ni la cruz, ni las tierras bendecidas, lograran protegerlos... Mi sombra será lo último que vean— Los cuatro cazadores formaron un circulo dando las espaldas entre ellos mismos, preparándose para cualquier ataque.

Cazadores de Demonios: Los Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora