trece: amor naciente, como el sol.

205 24 0
                                    

Había tenido sexo con Murdoc Niccals. ¿Pasó todo tan rápido? Se despertó con el rayo del sol pegándole a la cara, aún seguía en el auto, le dolía la cabeza y tenía tos, apenas estaba a medio vestir Stuart. El llamado de la naturaleza hizo abrir la puerta del auto, bajarse y mear en algún lado del campo donde se hallaba, a lo lejos había una ruta y se escuchó pasar un camión. Volvió al auto negro con llamas potentes y observó a Murdoc por primera vez después de lo que sucedió anoche, el moreno estaba dormido aún; su cara lucía tan angelical mientras estaba durmiendo tranquilamente, no quiso despertarlo.
Deduciendo que el sol ya había salido quizá eran entre las 5 y 6 am, debía volver a casa ahora, aunque no creía que sus padres se molestarían sí Stuart les daba otra pequeña mentira, así que continúo tranquilamente observando a Murdoc dormir, finalmente Niccals despertó del sueño, estaba destruído.

—Buenos días —fue una de las pocas palabras que se dijeron, Murdoc lo observó con sueño y poco a poco fue despertándose.

—Tenemos que volver, tus patrones te van a matar —fué otra de las pocas oraciones que se dijo, por primera vez Murdoc decía algo que no perjudicaría a Stuart.
Encendió el auto y fueron hasta la casa de los Niccals, hubo silencio mientras Noodle preparaba un café para ambos, ella notó la atmósfera extraña que había en el ambiente. A las ocho de la mañana Murdoc nuevamente llevó a Stuart a su casa. 

Durante el camino no muy largo Stuart estaba intentando sacar charla alguna, una conversación de amigos que siempre tenían. Sin embargo no pudo, cada vez que abría la boca recordaba lo sucedido y le daba miedo, tenía mucho miedo de que éste sea el fin de su amistad y todo tipo de relación que llevaba con Murdoc. 

—No recuerdo cómo terminamos en el descampado —fueron unas palabras más que aliviantes para Stu, quién sonrió ante lo dicho por su compañero. —¿Tenés algún recuerdo? Creo que estaba muy borracho —rió un poco Murdoc.

—Bueno, el lunes vamos a tener que lidiar con algunos problemas, dijiste que alguien nos iba a delatar... ¿No crees que lo hará luego de haberle dado tal paliza? —cuestionó Pot. El hecho de traer el nuevo negocio de Murdoc al instituto quizás hizo que ganen mucho dinero ambos, sin embargo en el instituto claramente existe gente con otra ética y moral diferente a la de Harold y su amigo.

En ese momento Murdoc maldijo en voz baja. Al parecer había recordado que había manchado de sangre el suelo y encontró una explicación a sus nudillos heridos.

—No creo que lo haga. Ahora debe tenerme miedo y, sino, me encargaré de que cuando lo miré se haga pis encima —contestó el moreno, con un tono amenazante que incluso a Pot luego de haber pasado tanto tiempo con él le da miedo.

En cuánto llegaron a la casa de Stuart éste se bajo del auto y se despidió. Le dolía un poco la cabeza y tenía ganas de dormir todo el día, seguía muy triste por haber cometido tales "crímenes" como el de anoche. Además sospechaba que Murdoc recordaba todo y que sólo evitaba el tema, después de todo ese miedo que sentía, Stu si quería hablar sobre ello... Al menos una vez y aclarar las cosas. ¿Realmente fue el alcohol o los deseos de ambos? Le carcomía la cabeza aquello, Pot tenía muchísimas ganas de decirle que tenía sentimientos hacia Murdoc que lo estaban atormentando y que no los podría ocultar por mucho tiempo, en algún momento va a estallar. Ese pensamiento lo atemorizó mucho ¿Estallar de que forma? ¿Gritar sus emociones? ¿Llorar? ¿Quedar en ridículo con su amigo y ser despreciado?. Prefirió evitar seguir pensando en aquello que le hacía revolver el estómago y prefirió recordar que estaba en problemas. No sólo tenía que lidiar con su romance adolescente, también con meterse con un delincuente juvenil que lo haya hecho cómplice de un crímen: la venta de drogas. No es un crímen menor, además ambos ya tenían dieciocho años, no podían seguir así con ésto, debería parar en algún momento. 

Lo que restaba del fin de semana pasó lento. Para la buena suerte de Stu ninguno de sus padres preguntó cómo le fue en la fiesta, no tenía ganas de mentir ésta vez.

—Quedate tranquilo, Stu. Ya nadie va a decir que estuve vendiendo mercancía aquí ni tampoco en aquella fiesta —dijo Murdoc mientras sacaba un cigarrillo. Harold sólo se miraba al espejo pensativo. 

—¿Qué hiciste? —cuestionó 2D. Se dió cuenta demasiado tarde de lo que quería era sólo amor, no vivir en peligro, son emociones totalmente diferentes y sin embargo ambas lo motivaron a vivir y estar junto a Murdoc.

—Ayer fuí a visitarlo. Nada malo, simplemente ya estamos a salvo y punto. No me gusta que me jodan —contestó Niccals, Pot no se hallaba contento con la respuesta. Sin embargo prefirió ignorar eso que hizo y seguir viendo lo atractivo que es Murdoc fumando. ¿Éstos son los efectos terribles del amor? ¿A caso no se daba cuenta a quién miraba así y qué ignoró algo horrible que hizo?. Que tristeza daba el encuadre.

—Por otro lado, otra vez tengo un pequeño problema que tendríamos que resolver. Si quieres acompañame y sino —hizo una pausa el muchacho morocho mientras apagaba el cigarrillo —: no creo que haya problemas sí no vienes, traeré a Ace o alguno de esos idiotas.
Tal vez Ace era muy buena opción para que Stu este lejos del problema, sin embargo el quería ganas más y más la admiración de Murdoc. Un poco torpe agarró y apagó también su cigarrillo.

—Te acompañaré —dijo estúpidamente el muchacho de pelo azul. ¿Que más da? Ya aceptó el amor naciente, lo siguiente es intentar conquistarlo o caer en la triste verdad.

delincuentes;; studocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora