ocho: chico bonito.

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Vestía sus zapatos viejos, su pantalón de vestir común, una camisa blanca y unas medias rosas, eso es lo peor que quiso ir al instituto hoy. Aunque Murdoc le había dicho que no se venga tan "lindo" o "con pintas de tener plata". Y eso es lo que intentó, pero realmente se veía como siempre a excepción de los zapatos.
Stuart estaba tan intranquilo, no dijo ni una sóla palabra en todo el día, no pudo almorzar y siquiera le tranquilizó un cigarrillo en el baño junto la tranquila charla de Murdoc, él realmente era un chico que llevaba su vida como un juego o eso siempre piensa Stu.
Estaba realmente ansioso, no quería que ésto sucediera y deseaba fuertemente no tener que pasar ésto, sin duda era el peor viernes para el chico azul.
Los minutos pasaron y sus piernas temblaban, tenía un calor increíble, estaba esperando a Murdoc quién no se veía por ningún lado. Lamentablemente se veía su llegada, vestía lo mismo que siempre: unos borcegos gastados, un jean oscuro gastado y una chaqueta de cuero la cual hoy no tenía tachas puntiagudas y estaba abierta dejando ver la playera blanca que tenía, hoy lucía una bonita cadena. Se acercó a Stuart y Niccals fue el primero en hablar.

—Hoy te viste muy tenso todo el día ¿pasa algo, Stu? —preguntó Murdoc, Pot negó rápidamente la cabeza, posteriormente dieron paso hacía el lugar, sin antes pasar por la casa del muchacho moreno quién hablaba mucho como habitualmente hacía.
Dentro de la casa Niccals le clavó la mirada a Stuart, de arriba hacía abajo, posteriormente fueron a la habitación del anfitrión.

—No puedes ir así —dijo el mayor señalando lo que lucía su amigo, Harold se miró lo que llevaba puesto.

—¿Qué tiene? —cuestionó Pot.

—Vamos, te prestaré algo para que no parescas tan pichón —dijo Niccals, posteriormente abrió su armario de aspecto viejo y descuidado que cargaba pósters de chicas desnudas y bandas. Sacó una camiseta negra que llevaba un estampado, Stu no reconoció de qué podría ser.

—Toma, con ésto y algo más desprolijo el cabello y ya estarás —sonrió Murdoc, quién se dió vuelta para buscar quién sabe qué en su mesita de luz, sacó otra vez el mismo arma y una más, las cargó y una se la colocó justo dónde la llevaba la vez anterior, se dió vuelta y Stuart estaba ya sin camisa.

—¡Joder! ¿Qué es eso? —exclamó con mucha sorpresa Murdoc y se acercó rápidamente al cuerpo de Stu para fijarse en su torso —, ¿tienes también vellos azules?.
Pot asintió viendo a su amigo, el cuál se encontraba asombrado por la rareza de su cuerpo.

—Bueno Stu vístete que te doy el revólver —¿eso había dicho? ¿Que le va a dar un arma de fuego a Stuart?.

—Pero no nunca he usado uno...

—Da igual mi sol, es para intimidar, aún así está cargado y procura no darme a mí ¿Lo tienes? —explicó Murdoc y Pot asintió.
Ambos salieron de la casa, el moreno le ofreció un cigarrillo a su acompañante, quién aceptó gustosamente. Caminaron sólo un par de cuadras, hasta que llegaron a una peor cuidada que la de Niccals y eso le dió más miedo a Stu, quién se estaba negando a pasar, pero tenía que hacerlo "no seas llorón" le dijo el mayor; pasaron al terreno de esa casa la cuál definitivamente estaba abandonada.
El moreno abrió la puerta vieja y muy gastada, dentro de la casa se vió suciedad y algunos sillones muy viejos y muy usados. Stuart estaba realmente nervioso, su estómago le hacía pasar muy mal. En la habitación se apareció un chico un poco más alto que Murdoc y más bajo que Stu, ¿su peculiaridad? Ese tono de piel irreal verdoso. El muchacho llevaba ropa vieja, unos lentes y tenía una grasosa cabellera azabache.

—¿Qué haces aquí? —lo primero que preguntó el de aspecto de vagabundo, el amigo de Stuart dejaba notar mucho su repudió hacía el de piel verdosa, también se notaba que estaba en guardia.

—¿Qué "qué mierda hago aquí"? ¿Y tú que crees come mierda? —contestó Murdoc, su contrario soltó una carcajada —. ¿Sabés qué me debes dinero, perra sucia?.
El jóven lo ignoró y se dirigió a Stu, quién en obviedad estaba tan nervioso que de arrancaba la piel de las manos. En el ambiente había un extraño olor que le daba algo de mareo a Pot.

—¿Y quién es éste? —preguntó el de tez oliva, el moreno frunció el seño —. Oí alguna vez que te gustan los penes. No te culpo por ser marica ¿quién no querría follarse a un muchacho tan lindo? —reía éste drogadicto, claramente se estaba burlando de Murdoc, extendió su mano y acarició la cara de Stu y posteriormente su cabello. El menor no reaccionaba, sus brazos no atendían a tener que golpearle la mano o el brazo; aún así recibió un golpe de puños cerrados del moreno, los lentes de sol salieron despegados y se notaron sus ojos completamente rojos, estaba drogado. Ahí levemente se alteró le muchacho de piel peculiar, escupió su baba teñida de rojo.

—Devuelveme el dinero, es la última vez que te lo pido por las buenas —advirtió Niccals con los puños cerrados, probablemente saque el revólver o haya una pelea de física. Otra vez rió el muchacho desconocido, Murdoc sacó el revolver y le apuntó.

—Mierda —musitó el desconocido —, escucha Murdoc... No tengo mucho dinero ahora, quizás puedo darte algunas libras...
Se notaba el temor.

—Tienes hasta el viernes que viene, Ace, sino olvídate de que tienes cinco dedos en la mano izquierda—dijo Murdoc.

Realmente era un delincuente, pensaba Stuart, quién tuvo una señal para retirarse, Ace soltó con toda valentía "¡Adiós chico bonito!". Durante el camino se mantuvo silencio absoluto, en la casa de Murdoc, Stu volvió a sus prendas anteriores, aunque realmente se veía genial.
Al final Niccals si era muy mala junta para Stu, un chico hecho y derecho de buena familia, sin embargo aquella amistad le gustaba demasiado, que incluso a veces olvida todo lo malo.

delincuentes;; studocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora