tres: el pacto.

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—¿Qué es ese olor a cigarrillo? —fué lo primero que preguntó David, siquiera había saludado a su hijo ni a su mujer. Dirigió la mirada a Stuart, estaba muy nervioso el menor.

—El papá de mí compañero fuma... Estudiamos en la sala y él nos intentó ayudar —mintió Harold, su padre no dijo nada y gruñó. Un alivio era que le haya creído. Stuart decidió irse a tu habitación, anteriormente a subir las escaleras su progenitor habló.

—Dime el nombre de su padre y la dirección de la casa. Hablaré con él —estoy jodido, pensó Stuart.

—Oh... Mh... Deja, yo lo solucionaré ¡además ni me molesta!.

—Bueno. No importa, ya era hora de que seas un poco más hombre —finalizó David. Eso alivió aún más a Stuart, probablemente Murdoc se negaría a dejar de fumar por él.
El hombre gordo, peludo y con traje de la cada siempre fumaba una pipa en el patio y cuando era invierno estaba muy molesto siempre porque no podía por culpa de su pequeño hijo, quizá ya ni le importe que Stuart vuelva con olor a tabaco gracias a otros.
Harold se tiró a su cama y estuvo un rato recostado, se tocó el cuello que, sí se concentraba un poco, hasta podía sentir la navaja de Murdoc apoyada allí. Estuvo cerca, pensó. Posteriormente sacó sus cuadernos y comenzó a hacer la tarea aunque los puntos eran más que fáciles, estaba un poco distraído pensando en si su compañero lo iba a dejar en paz ahora que descubrió que no estaba metido en "cosas raras" o iba a continuar siendo una molestia, por el momento optó creer que ya estaba a salvo. Aunque Niccals no le pareció una mala compañía, realmente tuvo una charla bastante placentera junto a ese "delincuente" hasta incluso creyó que quería ser su amigo, sin embargo ¿qué pensaría David? ¿Qué pensaría su madre? ¿Tener un amigo así? ¿Estaba loco? ¡Eso jamás sería permitido! Pot tenía más que futuro para embarrarse con alguien así.
Ah, si. Hablando de amigos de Stuart él... Bueno, tuvo sólo un amigo en esa academia, se llamaba Russel. Eran hasta incluso mejores amigos, hasta que lo expulsaron ¿por qué? Bueno, un rumor sobre su familia y un alto racismo hacía un adolescente afrodescendiente. Luego sus padres no permitieron tener amigos que tengan contacto con cosas "raras", por lo tanto estuvo un año en solitario y allí comenzaron sus problemas en ese lugar. Stuart era popular, si, muy popular, una cabellera así de hermosa no se veía todos los días en un lugar de familias ricas y estrictas.

—¿Qué, tienes miedo? —preguntó el moreno. Su ajeno negó con la cabeza. Al fin y al cabo no había podido escapar de ésta maldición.

—No, Niccals. No puedo ir contigo a tu casa otra vez —contestó Stuart, estaba algo cansado de Murdoc —, además ¿para qué quieres que vaya?.

—¡Llegó la confesión! —bromeó un poco el mayor —: ¿para qué podría ser...? Veamos... Bueno, como tú sabes que fuiste a esa academia de élite, no me vendría nada mal tenerte atado, total... ¿Qué podrías hacer? ¿Negarte? Nah, no lo harás porque si algo entiendes tu y todo el instituto es: no te metas con Murdoc Niccals..., ¡Además! Se un poco más solidario, tu antecesor está muy contento.

"Estoy cagado" eso fue lo primero que pensó Stuart. Ya no podía escapar de Murdoc Niccals, luego intentó imaginar una siguiente mentira para sus padres y así accedan dejarlo ir a la casa de Murdoc regularmente, sin antes pensar un trato con su compañero.

—Hagamos un trato, ¿sí? No creo que mis padres me dejarían ir a tu casa siempre..., Ellos no entenderían ésta clase de "relación" —habló Stuart. Murdoc sonrió.

—Joder, sólo es que vengas a hacerme la tarea de toda la semana un sólo puto día Stuart —explicaba Niccals, su ajeno asintió, ya tenía la mentira "casi perfecta".

—Está bien... Mh... Tal vez podría ir los viernes ¿qué te parece? —preguntó Stuart, Niccals extendió su brazo para pactarlo, mañana era viernes y Pot iba a ser un mentiroso. Eso no estaba bien.
Volviendo a la vida de Stuart, de ser tan popular alguna vez empezó a cultivar estudiantes que lo odiaban, aunque eso era normal ¿no? Ser envidiada; tenía todo: belleza, talento y buenas calificaciones ¿qué más le faltaba para ser el "hombre perfecto"?. En el último año, donde ya no tenía amigos eso fue lo que hizo ser expulsado de esa academia junto a un tal Edgar Paterson, un rubiecito de nariz "extraña" y muchas pecas. Edgar junto a sus cómplices comenzaron a acosar a Stuart ¡pero qué podría hacer alguien débil! Callar.

—Está bien. Debés enseñarles a esos muchachos tu intelecto —aceptó David, no tenía idea de que era una mentira, confiaba mucho en su hijo con cara angelical. A decir verdad siempre fue competitivo el señor Pot y por culpa de eso Stuart tuvo que dedicarse a ser el "mejor", la vez que no obtuvo un promedio de 10 no le pudo hablar por una semana, sentía vergüenza por su hijo.

Bueno, ya era viernes y estaba esperando en la entrada del instituto a Murdoc, iba a hacerle toda la tarea ¿a cambio de qué? Bueno, a cambio de no meterse con él. A lo lejos lo veía venir, siempre llevaba una campera de cuero, unos jeans que a veces estaban rotos y otras sólo gastados y unos borcegos algo viejos con muchísimo plataforma. Cuando estaba un poco cerca se sentía, las fosas nasales de Stuart casi piden la eutanasia por la colonia de Niccals, quién rio.

—¡Claramente vienes de un lugar de la realeza! ¿Qué es esa camisa? ¿Qué son esos pantalones? ¿Qué son esos zapatos? —se burlaba el moreno de la vestimenta del peliazul —, ¿Vienes de la iglesia o qué?.
Stuart frunció el seño.

—¿Qué tiene de malo? En un trabajo no me aceptarían vistiendo con las pintas que tú traes —Murdoc largó una carcajada. Pot alzó una ceja pensando en qué era lo gracioso.

—Es que ¡te ves muy chistoso haciéndote el enojado! —siguió riendo, el menor rodó su ojo verde.

—Como sea ¿vamos?.

delincuentes;; studocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora