seis: juntos con olor a tabaco.

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—¿A caso estás demente? —gritaba Stuart algo enojado. Hannibal ya se había retirado, Murdoc estaba tan tranquilo riendo, tenía el arma en los pantalones para ser exactos entre donde está el cinto y su vientre, aún estaba cargada.

—¿Te he dicho que te ves gracioso enojado? —preguntó el moreno, su ajeno rodó el ojo y se podría jurar que se veía algo sonrojado, se debía al extraño atractivo que Murdoc había tomado luego de tal acto, se veía tan tranquilo, se veía genial.
"Cállate" dijo Stuart y miró a su reloj pulsera, ya eran las cinco y debía volverse. Murdoc lo acompañó hasta una cuadra antes de su casa, charlaban como siempre de sus cosas ¡hasta parecían muy buenos amigos! A decir verdad Harold ya había pescado algo de interés hacía su compañero, pero hoy al pasar por aquella situación estresante se sintió algo que hacía mucho no pasaba: se sintió muy vivo. Esa sensación de adrenalina que le causó pensar que Murdoc iba a asesinar a alguien fue única, obvio que también fue aterrorizante.

—Oye Niccals... —habló Stuart.

—¿Siempre tan formal, eh? Puedes llamarme Murdoc, imbécil ¿o te cuesta? —Stuart bufó, a veces pensaba que el moreno tenía dos personas en su interior: el Murdoc con cara de tranquilidad algo gentil y luego el Murdoc imbécil poco respetuoso, aunque aún así sentía interés por él.

—Está bien, Murdoc —Stuart hizo una pequeña pausa mientras suspiraba —. ¿Que iba a pasar si tu hermano no se iba o te seguía desafiando?.
Esa pregunta hizo que detuviera el paso un rato Murdoc, Harold lo miró buscando los ojos de aquel moreno, quien estaba mirando al suelo. Luego volvió a seguir la marcha y sacando un cigarrillo de la cajita que tenía en un bolsillo tracero y habló.

—¿Quién sabe? —Rio Murdoc y su ajeno también hizo una risa nerviosa, también a Stuart le parecía bueno que tenga un extraño sentido del humor, quizá le gustaba que esté un poco loco.
Las siguientes cuadras fueron silenciosas, pero no incómodas y eso le agradó a Harold, normalmente el silencio entre dos personas se le ponía muy nervioso y empezaba a juguetear con sus dedos buscando algún tema de qué hablar; sin embargo luego de mucho tiempo no le pasó eso con Murdoc, hasta incluso no quería que volviese a hablar aquel moreno.

—Bueno... Supongo que adiós —se despedia Stuart. Murdoc no dijo nada, lo vio caminar un rato y tuvo que hablar.

—Hey, Stu —dijo, Harold se volteo rápidamente —. ¿Crees que ésto es una amistad? —Preguntó el mayor de los dos, hubo unos segundos de pausa a la vida. Stuart sólo sonrió y no dijo nada, Murdoc lo había entendido perfectamente. Luego el moreno se golpeó la cabeza ¿qué clase de idiotez había preguntado?.
Pot al llegar a su casa no lo esperaba nadie. Le parecio raro y luego revisó su celular después de no haberlo hecho durante toda la tarde, allí se dió cuenta de que David y Rachel tenían una de esas cenas románticas de una vez al mes para no dejar morir el amor. Eso significaba casa sola hasta mañana al mediodía, una idea se le cruzó a Stuart y salió rápidamente, sus piernas estaban algo trabajadas por lo tanto no le costó agarrar velocidad hasta el moreno quién iba caminando. Se asustó.

—¡Tu puta madre Stuart! —gritó, era la primera vez que lo vió algo asustado. —¿Qué carajo te pasa?.
Stuart no sabía en realidad, quería pasar más tiempo con su amigo.

—Tengo casa sola ¿quieres conocerla? Ya que mis padres no están creo que te podrías quedar un rato... —dijo Harold, su ajeno rio un poco y bromeó sobre la sexualidad de Pot, luego aceptó y dieron camino a la casa de Stuart. El primer paso hacía dentro de esa casa fue algo raro para Murdoc, no había olor a humedad, tenía perfume a producto de limpieza, la casa estaba limpia y brillante. Pero seguía teniendo las mismas vibras pesadas que su propia casa, eso lo familiarizó. Largó un suspiro el moreno mientras era guiado por el edificio, en realidad estaba siguiendo a Stuart quien pidió que tome asiento en la pequeña mesa que se hallaba en la cocina y posteriormente preguntó algo.

—¿Qué quieres comer? —Murdoc se quedó pensando mientras observaba a Stuart ponerse el delantal de, quizás,  su madre, era color rosa pálido y tenía bordado en la esquina inferior a la derecha "mamá" con un corazón, se veía impecable ese delantal ¡como si fuera nuevo!.

—Lo que quieras —contestó el moreno, Pot bufó.

—Pero si te estoy preguntando a ti por algo es ¿no crees? Yo quiero cocinar lo que tú quieres —cuestionó el menor, los ojos de Niccals se dirigieron al techo y alzó ambas cejas, estaba pensando.

—Entonces, lo que haya —no se dió el lujo de que su amigo le haga una gran cena de lo qué el quiera. Stuart suspiró pesado y soltó su típico "como sea".
Mientras Stuart cocinaba, Murdoc le sacaba charla, normalmente eso le hubiera molestado a Stuart ya que le gustaba estar en silencio; sin embargo la compañía y charla de Niccals que Pot realmente disfrutaba, era la primera vez que le pasaba eso y no quiso desperdiciarlo ignorando a su compañero. Cuando se sirvió la cena, sólo hubo silencio para masticar de la parte del peliazul, en cambio el moreno hablaba con la boca llena, eso si le quitaba algo de magia que había causado hasta el momento.

—Ya son las doce, es demasiado tarde... —dijo Harold fijándose en el reloj de mano, Niccals negó con la cabeza y dijo algo así como "nunca es tarde para mí" y Stuart preguntó —, ¿no te quieres quedar? Hay espacio en mí cama o... Duermes en mi cama y yo en el suelo.
Al principio Murdoc se negó, pero Stuart había insistido tanto que Niccals tuvo que cambiar de opinión. Murdoc fumaba como lo hacía habitualmente cuando ellos estaban solos mientras Pot parloteaba un poco.

—¿Ni siquiera quiere probar un poco? —preguntó Murdoc haciendo referencia al cigarrillo, era la segunda vez que lo preguntaba y dado el caso que sus padres regresaban mañana, aceptó. Tosió bastante e hizo una mueca de asco, Niccals se rió mucho.

—¡Que asco! ¿cómo te puede gustar esa porquería? —Dijo Stuart.

—Que pena, creí que podrías ser mí compañero en ésto —Ese comentario de Murdoc hizo que Pot deseara gustarle —. Igual no importa, así esta todo bien.
Entonces el menor volvió a probarlo: no tosió, sin embargo le seguía pareciendo algo asqueroso.
La charla continúo hasta que Stuart no dió más de sueño, acostumbraba a dormir antes de las once de la noche y a punto de caer desmayado, con poca conciencia dijo:

—Murdoc ¿te puedes recostar a mí lado? —Pidió Pot. Sin decir nada ambos se hallaban recostados juntos, con un asqueroso olor a tabaco, pero juntos.

parece relleno o algo así, ¿cómo se ven las rayas de diálogo, cortas o largas?

delincuentes;; studocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora