Un beso bajo las estrellas © ✔️ [ BORRADOR 2023 ]

Capítulo 13

Estaba de visita en la casa de Kían. Su mamá nos estaba haciendo algo de comer mientras estudiábamos en la sala.

—¿Por qué esa cara? Vamos que si terminamos con esto nos queda libre la tarde —lo animé.

—Pero me disperso.

—Solo un poco más, así tu cerebro tiene información cuando estés en medio de la prueba. Mínimo vas a poder decir que estudiaste.

—Ya.

Todavía no había tenido un tiempo oportuno para hablar con Christine de eso que quería. No me parecía correcto hablarlo con él delante tampoco porque aunque supiera muchas cosas, seguía siendo un niño. No quería hacer que se preguntara cosas de más.

Leía con atención los puntos que tenía que saber para la prueba de lenguaje al día siguiente, reacio a hacerla, pero echándole ganas.

Tal vez su forma de ver las cosas me podía dar otra perspectiva de la situación. No me iba a decir lo mismo que un adulto o alguien de mi edad.

—Kían, ¿te puedo preguntar algo?

—Creí que yo era el que hacía preguntas.

—Cambiemos de papeles por un rato.

—Suena divertido.

No sabía qué palabras usar con él, me causaba temor la idea de decir algo equivocado. Formulé varias incógnitas rápidamente en mi cabeza y comencé con la que me pareció más simple.

—¿Tú crees que Atticus está bien?

Dejó de leer para verme, entornando los ojos.

—Lo quieres, ¿verdad? —Adoptó una expresión pícara. Definitivamente, algo sospechaba.

—¿A qué vas con esa sonrisita?

—Te gusta.

Iba a negarlo, pero le iba a mentir en la cara sabiendo que era real. Incluso el mismo Atticus lo sabía.

—¡Seguro ni sabes qué significa gustar de alguien! —exclamé, centrándome en mis hojas.

—Sí lo sé —canturreó.

—A ver, dime.

—A mí me gusta el chocolate, a ti te gusta At.

Abrí la boca, indignada.

—No tiene sentido. No puedes comparar tu gusto por un dulce con los sentimientos por una persona, alguien de carne y hueso.

—No puedes decir que te gusta cuando todavía no lo sabes —reprochó sacudiendo su cabeza, divertido.

—Pero yo sé que me gusta —contesté con seguridad, golpeando la mesa en cada palabra.

Abrí mucho los ojos. Él me sonrió con inocencia.

Había sido una trampa.

—Qué niño inteligente —mascullé.

—No se lo diré a nadie. Tú secreto está a salvo conmigo. —Fingió cerrar sus labios y arrojar una llave imaginaria por ahí. Arqueé una ceja.

—Después de lo del dibujo, no confiaría mucho en tus palabras. De todos modos, creo que lo sabe... Supongo que sí, pero confío en ti, no andes divulgando esto por ahí.

Christine llegó con chocolatada y pastel para ambos. Quería hacer mis cosas a un lado a comer, pero si no hablaba con ella no lo haría más. Le hice señas.

—Dime. —Siempre sonreía con calma.

—¿Puedo hablar contigo en privado?

—Claro que sí. Ven a la cocina.