Capítulo 11

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Ese día por fin iba a hablar con mamá de papá. La estaba esperando en la cocina, pensando en cómo empezar, cuando llegó. Le pedí que se sentara y sin muchas vueltas le expliqué lo que había hecho.

No sabría decir si me esperaba su reacción. La había tenido en cuenta, pero una parte de mí siempre esperó que lo aceptara tranquilamente y fuera la mujer comprensiva que necesitaba en esos momentos, o desde siempre. Gritó, me dijo las cosas hirientes que no necesitaba escuchar, porque yo me las repetia incesantemente en los días y por las noches, hasta que conseguía hartarme de mí. Entre el griterío y los insultos, me fui a mi habitación, deseando morir.

No era mi único problema. Tenía mucho en qué pensar, como que habían pasado varios días y seguía sin saber de Atticus. La culpa me comía viva. Lo había arruinado todo entre nosotros. No quería que nuestra amistad terminara así, por eso haría que tuviéramos un último encuentro.

Limpié mis ojos y me maquillé un poco para disimular la hinchazón de mis ojos y mi mala cara. Un poco más tarde me encaminé a mi encuentro con Victoria en la plaza. Lo que pasó con Atticus no afectó mi relación con sus hermanos en absoluto, es más, ellos ni sabían del beso y esperaba que no se enteraran.

Nos encontramos en la entrada. Había más gente que la otra vez. Nos sentamos en un banco y enseguida nos pusimos a charlar. La puse al día con el tema de mi padre y cómo reaccionó mi mamá con eso, y le conté de mi experiencia en cerámica omitiendo los cálidos momentos con su hermano, que pasó a odiarme.

—Yo al final pilates. —Hizo una pausa para pensar sus siguientes palabras— Y hoy voy a dejar.

—¿Por qué?

—No es mi ambiente.

Solté una risa y me disculpé en silencio.

—¿Te interesa algo más?

—Tal vez vaya a voley.

—Bueno, es genial. Te vas a mantener en movimiento y sigue siendo una actividad con la que te vas a despejar.

Un grito nos sacó de nuestra burbuja. Ambas miramos en la misma dirección para ver unos papeles volar y una mujer corriendo trás ellos para alcanzarlos. Nos paramos y fuimos a ayudar. Seguí a uno que se había alejado del resto y estaba por perderse en la inmensidad del parque.

—Te tengo —murmuré casi saltando sobre él.

Influenciada por mi lado chismoso, leí un poco su contenido. Era una especie de informe que mencionaba los síntomas de alguien. Lo único que entendía era que esa persona se sentía muy mal mentalmente. Sentí pena por ella.

Nada me resultó de algún modo conocido hasta que se me dió por mirar las esquinas y leí su nombre escrito con una letra diferente. El nombre de Atticus estaba en la parte superior de la hoja.

Caminé de vuelta hacía la mujer y Victoria, que hablaban tranquilas. Noté que su rostro me era familiar. Cuando me vio, la reconocí. Era Christine, la madre de Kían.

—¿Cómo estás?—me sonrió.

Le devolví la sonrisa con la boca cerrada y le pasé el papel viéndolo con inquietud. No me gustaba lo que acababa de ver.

»—Muchas gracias. No puedo perder estas cosas.

—No es nada —contestó la rubia—. ¿Qué haces por aquí?

Un beso bajo las estrellas © ✔️ [ BORRADOR 2023 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora