Giorno se despertó primero, en atención a aquellos que quisieran usar el baño a primera hora. Sentía la espalda un poco rígida por haber dormido en la bañera, pero no pensaba quejarse: estaba bastante agradecida por que la noche anterior el pequeño enfrentamiento verbal entre Mista y Abbacchio no hubiera escalado a mayores: probablemente hubieran terminado dándose balazos de no ser por Bucciarati, quien no solo era su mano derecha, sino que también ejercía el rol de mamá del grupo. Mientras trataba de arreglarse un poco, consideró seriamente darle un aumento.
No había forma de que pudiera hacerse sus donitas de siempre sin su costoso kit para cabello, así que se limitó a desenredar las largas hebras doradas con los dedos, lo que no resultó difícil, pues gracias a sus cuidados (y los genes de Dio) su melena era extremadamente sedosa. Luego, se arregló un poco la camisa de Abbacchio, pensando en la posibilidad de quedársela (se le veía muy bien) y desechando la idea de inmediato, pues no quería problemas con el albino, y una vez la había amenazado con el tenedor de Fugo por usar su esmalte sin su permiso. Después se cepilló los dientes con el cepillo de mala calidad del hotel, se lavó la cara, y se dio por satisfecha, pues en menos de cinco minutos y casi sin esfuerzo, parecía una supermodelo o algo así.
El siguiente en despertarse fue, evidentemente, Bruno. Después de acicalarse un poco, el pelinegro con corte de Lord Farquaad y el esperma perdido de Dio se pusieron a organizar el itinerario, seleccionando el lugar donde desayunarían, haciendo una lista de cosas básicas que tenían que comprar y decidiendo a quiénes despertar primero para que no se desarrolara una batalla campal por el baño.
A las 10 de la mañana ya estaban todos listos para ir a desayunar. Bruno dejó reservada la habitación del hotel, por si no conseguían algo más. Tuvieron algunos problemas para ingresar al restaurante, pues el código de vestimenta exigía que Abbacchio utilizara camisa, pero todo se solucionó gracias a la maravillosa capacidad persuasiva de Bucciarati y un pequeño soborno. Por supuesto, llamaron la atención de todos los comenzales, pero considerando que normalmente vestían como una mezcla de drag queens, strippers y dueños de circo, no era algo a lo que estuvieran desacostumbrados. Fuera de eso, el único inconveniente que tuvieron fue que un señor de cincuenta y tantos años intentó pagar la comida de Giorno y Mista por poco saca su pistola dentro del restaurante.
Luego, fueron al centro comercial. Era algo pequeño, considerando que el principal atractivo de la isla eran sus playas, no las compras, aunque Giorno agradeció eso después de que Trish se dispusiera a arrastrarlos a cada tienda del lugar. Lo primero que Giorno compró fueron unos bonitos vestidos veraniegos con patrones florales. Aprovechó para ponerse uno de los vestidos y devolverle su camisa a Abbacchio.
- Muchas gracias, Abba. - Dijo, mientras le ofrecía la prenda. El aludido necesitó de todo su autocontrol para no derretirse ahí mismo ante el apodo.
- Puedes quedártela. Te queda mejor a ti.
Giorno agradeció con una pequeña sonrisa. Leone tuvo que recordarse a sí mismo como respirar.
El ex-policía aprovechó oara comprarse una camisa a juego con el vestido que la rubia llevaba en ese momento: Blanca, con un siseño de enredaderas verdes y orquídeas amarillas. Mista, quien no le quitaba el ojo de encima, hizo lo mismo.
- ¡Mira, Giogio! ¡Parecemos pareja! - Exclamó el pistolero, tal vez, demasiado fuerte.
- En ese caso, también sería la pareja de Abbacchio. - Comentó Fugo de forma inocente, aunque realmente quería ver el mundo arder.
- Fugo, ¿también podemos comprarnos camisas iguales? - Preguntó Narancia, con ojos de perrito apaleado.
- Supongo que sí.
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Giorno es... ¿Una chica?
HumorTodos tenemos secretos, algunos más grandes que otros. Por ejemplo, Giorno Giovanna, el Don de Passione, es, en realidad, una chica, como accidentalmente descubrirán sus amigos de la manera más vergonzosa posible. (This shit is Abbagio)