No le había hablado a nadie del sueño. No creía que fuera necesario. Sin embargo, había sido tan extraño que ni yo misma me lo creía. Era consciente de que ese sueño había sido más real de lo que me podía imaginar pero por alguna razón necesitaba creer que solo había sido un sueño. Porque sino, ¿Cómo podía explicar que alguien en medio de la noche me había sacado de esa iglesia para llevarme a un lugar mejor? Esa era mi teoría. Pero ahora... ¿Quién había sido? Sentía escalofríos por todo mi cuerpo cuando pensaba que un extraño me había tocado. De momento no tenía ninguna pista sobre porque me habían ayudado así que no iba a decir nada.
Luka y yo habíamos organizado un pequeño viaje hasta el lugar que él creía que habían encerrado a Vienna. Solo íbamos a ir él y yo, no quería involucrar a nadie, no cuando estaban ocurriendo cosas extrañas a nuestro alrededor. En primer lugar, que yo, una simple humana, tuviera un poder no era para nada normal. Luego, el extraño que había secuestrado a mi hermana entrando a mi casa por el techo y pringándome una rara substancia en las paredes de mi habitación. La maldición de Ísser y la iglesia. Y por último, el muro y aquel sueño. Estaba claro que la magia existía, ahora tenía que averiguar quien era de fiar y quien no.
El silencio reinaba en el comedor mientras mi madre, Sean y yo comíamos. Desde que volví de la iglesia sin Vienna, mi madre ni siquiera se molestaba en mirarme. Así que yo también apartaba la mirada. No me había rendido con mi hermana y, aunque eso me matase, no dejaría de buscarla. Luka era mi última oportunidad. Nos íbamos a ir hoy, no quería perder más tiempo, y me estaba debatiendo internamente sobre si contarle lo del viaje a mi madre. Por un lado sabía que no se iba a preocupar, porque para ella lo más importante era Vienna. Pero por el otro lado... creo que se merecía saber a donde iba su hija, sobre todo si iba a desaparecer por unos días.
Corté la carne en pedazos y luego, me metí uno en la boca. Seguía mirando el plato sin levantar la cabeza, no quería mirarlos, a ninguno. Y aunque Sean no me había molestado desde la conversación que tuvimos ayer... no lo quería tener cerca y mucho menos hablarle, tenía la sensación de que cuanto más lejos, mejor. Solo quería terminar con la comida e irme a mi habitación a prepararme.
-¿Por qué no les explicamos nuestra situación a la gente de la ciudad? Tal vez alguno de ellos vio a Vienna y nos pueda ayudar - comentó Sean intentando romper el incómodo silencio.
-No quiero que los demás se enteren de que mi hija está desaparecida - contestó mi madre y luego me miró, me sorprendí a mi misma enfrentándome a ella - además, si Eir se hubiese esforzado más, ahora no tendríamos ni que pensar en decirle a nadie sobre nuestro problema.
-Mamá...
-Phoebe, Eir está haciendo todo lo que puede. Y si no la ha encontrado puede que...
-¡Ni se te ocurra decir que mi hija está muerta, Sean!
-No he dicho eso.
-Ni se te ocurra pensarlo si quiera.
No dije nada, lo mejor era estar callada mientras los dos se peleaban. Todavía me dolía que mi madre pensara que no estaba haciendo lo suficiente por encontrar a Vienna. Ella ni siquiera sabía lo que me estaba ocurriendo. Suspiré. No sé por cuanto tiempo podré seguir aguantando todo esto. Terminé de comer lo más rápido que pude, recogí el plato y lo dejé en el fregadero de la cocina. Y en silencio caminé hacia las escaleras. Pero antes de subir, me giré y encaré a ambos.
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La portadora del hielo
FantasiEir vive ligada, día a día, a los abusos y humillaciones de su padrastro. Siente que ya no puede más y que el solo hecho de que su madre y hermana miren para otro lado, la enfurece cada vez más. Hasta que un día todo cambia y lo que creía ser su ho...