Eir vive ligada, día a día, a los abusos y humillaciones de su padrastro. Siente que ya no puede más y que el solo hecho de que su madre y hermana miren para otro lado, la enfurece cada vez más.
Hasta que un día todo cambia y lo que creía ser su ho...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Lo congelé. Congelé el cubo de basura. Completamente. Cerré las manos y aquel brillo que salía de ellas se desvaneció. Vale. Bien. No sabía como sentirme al respecto. ¿Qué tenía que hacer? ¿Reír? ¿Llorar? ¿Gritar? ¿Saltar de alegría? Lo que iba a decir era muy pero que muy raro pero...
-Tengo poderes.
Y me reí, me reí por lo estúpido que sonaba. Yo, Eir, tenía poderes. Una oleada de pánico me entró al cuerpo. ¿Por qué se suponía que tenía esta mierda? ¿Mi madre había fumado cuanto estaba embarazada de mí? ¿Había consumido estupefacientes o algún tipo de droga? Estaba volviéndome paranoica. Yo...
-Mierda, mierda, mierda - exclamé dando vueltas por el callejón.
¿Y si estaba soñando? ¡Claro! Era eso. Sí, estaba soñando y lo más seguro era que despertaría en mi cama en cualquier momento. Tenía que ser eso, porque la maldita gente normal no tienes estos problemas de mierda. ¡La gente no va por ahí congelando cubos de basura medio abollados! Era de locos, era de locos. En cuestión de segundos pasé de la risa al llanto y del llanto a la rabia y de la rabia otra vez a la risa. Y así sucesivamente. Quien pasara por aquí pensaría que tendría bipolaridad extrema. Y estaba pensando en esa posibilidad yo también porque lo que acababa de ver era de locos. Me había vuelto loca, tenía que admitirlo.
-Eir estás loca, lo más seguro es que me internen en un centro psiquiátrico donde solo pueda ver a mis seres queridos dos veces a la semana. Me alimenten con comida podrida y un doctor chiflado me trate. Tal vez eso sea lo mejor así dejaré esta mierda de vida.
Empezaba a divagar. Me froté la cara medio congelada con las manos. No sabía cuanto tiempo había pasado desde que me había ido de casa pero necesitaba volver y tal vez decírselo a mi madre. Seguramente no me creería pero tampoco podía hacer otra cosa. Sí, eso sería lo mejor. Reemprendí mis pasos hacia casa, deseando poder cobijarme en mi cama.
Cuando llegué todo estaba muy silencioso. Fui a la cocina y encontré a mi madre preparando no sé que mierda. La cogí por los hombros y le di la vuelta.
-Dios Eir, que susto me has dado - me dijo dejando lo que tenía en las manos en la encimera - ¿Dónde has estado? Me tenías muy preocupada. Mira hija sobre lo de ayer...
-Mamá deja de hablar, te tengo que decir una cosa muy importante.
Enarcó una ceja y se cruzó de brazos. Tal vez la elección de palabras no había sido la correcta. Y ahora, ¿Cómo le iba a decir que tenía poderes? Sonaba muy raro. Así que respiré hondo y se lo solté.
-Mamátengopoderes.
-¿Qué has dicho?
-Que tengo p#####s.
-No he entendido la última palabra.
-Joder - susurré - que tengo...
Lo sentí antes de que me diera la vuelta. Mamá se tensó y apretó los dientes y yo... me giré, encarando a Sean. Se dirigió directamente hacia mí y... me abrazó. Al principio no supe que coño hacer, estaba en shock. Nunca, en estos dos años, me había abrazado. Mi primer pensamiento fue que igual no era tan capullo como me había hecho ver pero en el momento en que me giré a ver a mi madre... ella estaba llorando. Y me di cuenta. El imbécil lo había hecho para que ella viera que yo le gustaba, que entendiera que él podía tratarme bien y que incluso podría llegar a quererme. Falso, era muy falso. Reprimí el instinto de golpearle o de usar mis nuevos y extraños poderes, aunque ahora no sabía muy bien como sacarlos de mí.