Eir vive ligada, día a día, a los abusos y humillaciones de su padrastro. Siente que ya no puede más y que el solo hecho de que su madre y hermana miren para otro lado, la enfurece cada vez más.
Hasta que un día todo cambia y lo que creía ser su ho...
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Todo mi cuerpo temblaba. Mis manos las hice un puño y me obligué a calmarme poco a poco. El miedo me invadía desde hacía varias semanas y ya nada me calmaba. De pie, desnuda enfrente del espejo, miré mi reflejo. ¿Quién era esa chica que me devolvía la mirada? Las ojeras se me pronunciaban bruscamente, la cara se me había vuelto afilada y muy delgada. Los huesos se me veían más por todo el cuerpo y aunque me dieran de comer, no confiaba en nadie. Me enrollé la toalla mientras sollozaba en silencio. Esto ya era algo habitual. Desde aquel día no había parado de llorar y aunque pidiera que me soltasen, que gritara el nombre de mi familia nada de eso hacia efecto en los dos hombres que me habían secuestrado.
Me vestí rápidamente y me eché en la cama. Me tapé hasta el cuello y respiré profundo para serenarme. Lo que daría ahora por estar en mi casa. Me llevé las manos a la cara y chillé. Pataleé y grité que me sacaran de aquí, que ya no aguantaba más. No podía estar ocurriéndome esto a mí. En medio de mis lamentos alguien entró a la habitación y me golpeó las manos para alejarlas de mi rostro, Se me quedó mirando.
-Deja de llorar.
-Quiero irme a mi casa - supliqué.
-Pues entonces ya sabes lo que tienes que hacer. Muéstrame lo que sabes hacer. ¡Ahora!
-No sé... no sé de que me hablas.
-Cuanto más tiempo te hagas la tonta más tiempo estarás alejada de tu hogar.
-Pero yo...
-Alaric se pondrá muy contento cuando le diga lo estúpida que sigues siendo. Él y yo te secuestramos por algo y ese algo lo necesitamos ya. Nena, he notado las vibraciones de tu poder y sigo haciéndolo. No te sirve de nada seguir mintiendo. Es algo tan sencillo como mostrarnos a mi hermano y a mí tu delicioso don y te dejaremos marchar bonita. Solo eso.
-Lo siento pero yo no tengo ningún poder...
El hombre gruñó y se dio la vuelta desesperado. Se llevó las manos a la cabeza y se acercó a mí. Me cogió del codo y me obligó a levantarme. Temblando y asustada me mantuve quieta mientras él no me quitaba ojo de encima y poco a poco, los centímetros que nos separaban cada vez eran menos. Cerré los ojos y simplemente, dejé que pasara lo que tuviera que pasar. El miedo llegó a mí como un vendaval, el chico posó sus manos en mi cintura y estuvo manoseándome. No sabía si estaba respirando, solo deseaba que se terminase, que se alejara y que me dejara sola.
-Si no fueras tan peligrosa ya hubieses sido mía - me susurró y su aliento chocó contra mi rostro. Me estremecí.
Su boca rozó la piel de mi cuello y apreté los puños. ¿Hasta cuando iba a tener que soportar esto? ¿Cuando vendrían a rescatarme? Y si alguien viniese... ¿sería Eir, mi madre o Sean? Me daba miedo saber la respuesta.
-Kalet...
Abrí los ojos al escuchar una segunda voz. Otro hombre, Alaric creía que se llamaba, estaba de pie en el umbral de la puerta con los brazos cruzados y con una expresión seria en el rostro. Kalet, el chico que tenía enfrente, el que me estaba manoseando, se alejó de mí y encaró al otro. Las lágrimas casi se me saltaron de los ojos al verlo alejarse. Ambos empezaron una guerra de miradas.