La verdad.

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El doctor me preguntó quienes eran esas personas, por lo que respondí que eran unos conocidos, era el mismo profesor de la universidad y un famoso estudioso de Argentina, pero la mujer anciana jamás la había visto, tomó notas y se quedó pensativo, se retiró y me quede solo en la habitación designada, aún estaba en ese cuarto, pero con más comodidades, ya no había tenido un acto violento, pero según ellos era por mi seguridad y la de ellos.

Mis ojos se cerraban, el cansancio me estaba agotando, pero no sabía porque si solo estaba aquí sentado sin hacer nada, no me podía mover libremente, aquella mancha en la pared desapareció por lo que pensé que todo era mi imaginación ¿y si aquellas visitas igual estaban en mi imaginación? Espero que no ya que, si todo eso resultaba ser cierto, ellos tendrían la respuesta, ahora que mi mente estaba más tranquila me acordaba de mi amiga Karen, quería escuchar de nuevo su voz, era dulce y agradable, cada que la veía me daba paz en este mundo de locura, ¿me dejaría hablarle el doctor?

Sorpresivamente me dejo hacer la llamada, me dejaron utilizar mi celular para sacar el número telefónico, ahí estaba la última llamada que hice antes de venir aquí, mire al doctor para sonreírle que estaba a lado mío y se quedo extrañado, vi que miró a la enfermera con cara interrogativa, me pude comunicar después de dos intentos, el primero solo me daba tono de ocupado, y al fin ella me contesto—hola Karen ¿cómo has estado? —Un sonido de estática corto lo que ella dijo, ¿hola, si me escuchas bien? —el sonido como alguien movimiento la bocina con la mano para hacer un sonido molesto, justamente iba a colgar cuando una risa siniestra bastante ronca sonó—pero vaya que tú nunca nos olvidas y quieres revivir los viejos momentos ¿cierto? Ja, ja, ja, no nos hemos podido saludar como es debido por todos esos medicamentos que te ponen, pero, pronto sabremos como eludir esas cosas y liberen tu mente, ¿cómo puedes rehusarte a la lucidez que has estado adquiriendo? Estás perdido, pero tienes dos opciones, rehabilitarte y ser un humano normal o unirte a un mundo diferente lleno de conocimientos que un humano común no puede ver ni sentir, un mundo distinto, tu decides, esta lucidez solo desaparecerá si sigues aquí, quedarte como un ser más diminuto e incapaz de algo—no podía creer lo que estaba escuchando, y le respondí a aquella voz desconocida—¿dónde está Karen? quiero hablar con ella y por favor deja de contestarle sus llamadas—su risa siniestra sonó estentórea—¡tonto! Nunca existió un tal Karen, todo estaba en tu cabeza desde el principio, nunca conociste a una chica llamada así, solo era algo para poder lidiar con lo que estabas viendo y viviendo, creaste esa persona después de vivir esos maravillosos cinco días en aquella mansión, es tiempo de que veas más allá de la verdad y evites conjeturas estúpidas.

Miré hacia mis manos, escuché que el tono de llamada finalizado, una tristeza me embargó, como una cubetada de agua fría, mi corazón lo sentía destrozado, mis hombros los sentí pesados y los deja caer, mi mente no daba crédito a lo que escuchó del otro lado del teléfono, realmente estaba jodido, me quedé varios minutos descansando en esa silla y en silencio, solo sentí la mirada del doctor y la enfermera, una lagrima corrió por toda mi cara hasta caer en aquella playera, mis suspiros eran de decepción—doctor, he creado una persona llamada Karen, pensé que era una amiga pero realmente nadie me contestó la llamada, solo escuché una voz que jamás había escuchado, usted puede comprobarlo y que nadie contesto, ese número no existe, pensando que alguien me contestó tuve una conversación con algo de mi mente que me dijo que ella nunca existió, puede corroborarlo marcando el redial para que verifique lo que le estoy diciendo, ¿podemos hablar de esto mañana con más calma? El doctor marco en automático el último numero marcado y corroboró que ese numero era inexistente, muy bien, mañana me contaras todo de ella.

Me fui a acostar abatido, la tristeza me embargaba, la locura había cedido a algo mucho mayor que vi sombras como si estuvieran orando por todos los pasillos, llegué a mi habitación y esperaba que ellos me sacaran de inmediato, todo esto solo había servido para que la verdad saliera a renacer.

La mancha en el techo había regresado, marcando letras lo bastante rápido para poder notarlas, solo podía reconocer una m y una p como aquella vez que se presentó por primera vez, solo me quedaba mirando para ver si podía ver algo que esas dos letras mientras esperaba que aquellos de verdad me sacaran de aquí, ya no tenía salvación alguna, era mi última opción para calmar esto, o al menos tener respuestas, la ciencia había fallado, los medicamentos no me ayudaron, solo podía recurrir a aquellos desconocidos que me daban un poco de confianza y ahora se convirtieron en mi última oportunidad de cordura, según la vieja si seguía aquí y la voz podía olvidarme de todo esto, pero lo último fue la muerte para mí, ya no me quedaba nada en este mundo.

Al segundo día ellos llegaron, el doctor vino a darme la noticia—veo que tienes amigos bastante poderosos como para sacarte de aquí, realmente quiero seguir examinándote, lo tuyo es un caso excepcional, no te quería contar hasta tener algo más de investigación, pero en aquella laguna que me dijiste, se encontraron muchos peces muertos flotando, algunos arboles estaban tirados sin razón alguna, había extrañas marcas en la tierra como si una maquina inmensa hubiera arado la tierra, y en tu casa se encontraron extrañas marcas inexplicables, por favor déjame examinarte hasta encontrar un resultado favorable, déjame ayudarte, se que puedo encontrar una explicación a todo esto que te está pasando, tu solo tienes la opción de quedarte aquí o irte con aquellas personas—se quedo mirándome, yo solo sentía asco por él, no me había dicho nada de la laguna, era cierto lo que me pasaba, y le dije—quería quedarme, de hecho le iba a decir que me ayudara más, pero con esa información que me ocultó... ya no puedo confiar en usted, es hora de irme, ellos me van a ayudar mejor que usted Doc.

Me subí al auto donde habían llegado, no pronunciaron palabra pero se veían bastante felices, no se por cuanto tiempo estuvimos en carretera pero nos acercábamos a un puerto, llegamos de noche, había una gran montaña el cual paramos ahí y dijeron que teníamos que caminar, aquella anciana la llevaron en silla de ruedas guiada por Nicolás, vestían de color verde oscuro ellos 3, no me pude percatar hasta este momento, al llegar a una casa me dieron una túnica igual de color, me dijeron que era un verde sacramento, me vestí y nos fuimos, apenas era perceptible el camino ya que unas lamparás petróleo, (o al menos me dio la impresión) iluminaban solo el camino, una leve llovizna hacia imposible ver más allá, hasta que llegamos al barco quien nos aguardaba unos hombres curvos con bastante fortaleza, tenían unos cascos puntiagudos, sus bocas daban asco ya que muchos de ellos su piel estaba podrida pero se le podían ver sus dientes amarillentos, puntiagudos y rotos en muchos de ellos, el barco era imponente, parecía tener escamas en lugar de madera, tenia un mascaron bastante raro, parecía un pulpo y a la vez un humano crucificado, en el centro del mismo un color verde destellaba, el bauprés era bastante largo con palos más pequeños atravesándolo, se podía ver apenas perceptible el color del barco era el mismo que portaba, solo las velas eran de un color negro, aquellos hombres o criaturas solo hacían un sonido como gruñido, cuando zarpamos y levantaron las velas, una calavera con cuernos parecidos a los de un borrego se posaba majestuosamente, el sonido del barco navegando por el mar producía un miedo atroz, no pude ver al capitán ya que la oscuridad me lo impedía, solo vi una sombra grande con un sombrero igual de grande que su tamaño, quería descansar pero me dijeron que solo en el día se podía dormir, ya que el mar era engañoso y en el día no estábamos protegidos, obedecí y todo transcurrió sin novedad. 

La raza antiguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora