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Joaquín

Sentí unas caricias en mi pelo y levanté mi rostro, difícilmente, aún estaba cansado.

— ¿Emi?

— Chulo, ven aquí — se movió a un lado en su camilla

— No, no, quédate tu ahí, yo estoy bien aquí

— No te creo, ven — Suspiré poniéndome de pie y me senté en la camilla

— Ya, ¿feliz?

Negó — Naranjas

Se inclinó a un lado y me abrazó, luego me botó a su lado

— ¡Emilio! — alegue riendo y asustado a la vez

— Hey, hey, hey, te me calmas, mijo — me jaló a su pecho y me abrazó

El color subió a mis mejillas, trague duro.

— E-Emi...

— Shh... — me calló suavemente — Está bien. ¿Estás cómodo? — asentí, la verdad si lo estaba, escuchar sus latidos me daba paz 

—Amor, ¿ya tenias todo listo? —asintió

—¿Por?

—Por nada... 

—Joaquín. —amenazó

—Mailo... 

—¿Que estás pensando hacer?

—Nada, en serio

—Okey, confío en ti

Solo asentí. 

—Me asustaste mucho... —susurré 

—Bebé, ya había sangrado antes y me viste... 

—Lo sé, pero nunca habías sangrado tanto ni te habías quedado inconsciente 

Suspiró —Nunca me habías visto, que es otra cosa —me levanté de su pecho

—¿Qué?

—Me había dejado inconsciente antes, chulo, una vez desperté dos días después, por suerte Leo había ido a la casa de un amigo. 

Me incliné y comencé a besarlo, tratando de hacerle entender que contaba conmigo, como lo que quisiera, ya sea como amigo, psicólogo, paño de lagrimas, y novio. 

Cuando me separé dejé muchos besos cortos en sus labios, rocé nuestras narices y acaricié su pecho.

—Te prometo que nunca en la vida volverá a pasarte algo así, mi amor

—Gracias, mi chulo, pero no puedes asegurarme eso, nunca sabemos cuando Gustavo va a hacer algo para herirme, física o emocionalmente. —suspiré

—Entonces voy a hacer lo posible porque no vuelva a pasar, tal vez no pueda evitarlo para siempre, pero si por un buen tiempo, y haré hasta lo imposible por que tu estés bien. 

Sonrió 

—Te amo. —me jaló de la nuca y me besó

después de un rato me separé, le sonreí y me volví a acostar en su pecho.

—Me gusta estar aquí —Pasé la yema de mis dedos sobre su pecho

 —A mi me gusta tenerte aquí —acarició mi mano

Restregué mi nariz en su pecho y lo escuché reír

—Vuelvo a preguntar, ¿estas cómodo?

Asentí —Muy...

Cortes | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora