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Preparar pañuelos para llorar y almohada para gritar, gracias







Emilio

— ¡Te estoy preguntando que es esto! — gritó

No contesté, tenía un nudo gigante en mi garganta que no podía tragar

— J-Joaco... Bonito, eh...

— ¡No, no! ¡"Bonito" nada! — sollozo y soltó mi mano — ¡¿Por qué haces esas cosas?! ¡Mierda, Emilio! ¡¿Por qué?!

— Solo así puedo soltarme un poco ¡Es un asco todo lo que estoy viviendo! No tengo a nadie ni manera de desahogarme...

— ¡Maldita sea, estoy yo! ¡Emilio, no tienes idea de lo que puede causar eso!

— ¡Esto no es nada! ¡He llegado a pensar en suicidarme! ¡Todos los días me tratan como mierda desde hace dos años! ¡No puedo más!

— ¡¿Y yo que?! ¡Yo no te trato como mierda, porque no lo eres! ¡Yo puedo ser tu psicólogo, tu paño de lágrimas! — comencé a llorar — ¡Puedo ser lo que quieras pero no hagas eso!

— ¡No tengo nada!

— ¡Me tienes a mi! ¡A Niko, Ale, Diego, Azul! ¡Tienes a Andrés, a Roy, a tu hermanito! ¡Nos tienes a nosotros!

— ¡Maté a mi mamá y a mi hermana! ¡Es lo menos que merezco!

— ¡No fue tu culpa! ¡Ellas chocaron!

— ¡Yo pedí salir antes!

— ¡¿Acaso sabías que esa moto iba a cruzarse y que el conductor del otro auto iba ebrio?! — Comencé a llorar más fuerte

Acerqué mi mano temblorosa al lavabo, tratando de tomar la navaja de nuevo, su mano en mi brazo me detuvo.

— Joaquín — pedí

— Emilio, esa no es la solución...

— ¡Tu que sabes cual es la solución! ¡Tu vives una vida perfecta mientras yo vivo una mierda!

Sorbio su nariz — Tranquilo... — acarició mi mejilla — Voy a ayudarte...

Negué — No puedes ayudarme... Nadie puede...

— Emilio, eso te está acercando más a tu muerte. Un día vas a hacer un mal corte y te vas a desangrar y-

— ¡¿Y a quién chingados le importa si muero?!




Joaquín

— ¡A mi, tonto! — grité con todas mis fuerzas y mis ojos derramando lágrimas a mas no poder — ¡Me importas, idiota! ¡Me importas más de lo que crees! ¡Me importas más que lo que me importo a mi mismo! ¡Me importas mucho! ¡Me importas porque te amo, Emilio, te amo!

(JUESUPUTAMADREEEEEEE)

Su cara era completamente de sorpresa, mierda, debí medir lo que decía.

— No, no — dijo — Tu no, no puedes amarme

— ¿Por qué no? — sorbí mi nariz

— ¡¿Cómo vas a amarme sabiendo que tengo demasiadas cicatrices y golpes en todo mi puto cuerpo?!

Cortes | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora