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Joaquín

Seguía en el hospital esperando a que dieran de alta a Emilio. Hoy era el día, Diego había ido a firmar por un adulto.

Estaba solo en la habitación junto a Emilio, estaba jugando con los dedos de su mano y tenia mi cabeza recostada en su hombro, el tenia la suya sobre la mia

—...Y este dedito se fue al mercado...

Se rio, entrelazo nuestras manos y voltee a verlo, aprovecho y me robo un beso. Ahora yo me reí y volví a darle un beso corto, pero él no me dejo separarme y lo convirtió en un beso más largo.

Después de unos segundos sentí que mordió mi labio y lo jalo, dio un pequeño beso más y se separó.

—Tus labios son muy mordibles —me reí

—Esa palabra no existe —me vio fingiendo indignación

—Si no existe, ¿entonces porque la dije? —me reí mas fuerte

—Porque te encanta hacerte el bruto, bueno, no sé si lo haces o eres

-¡Iralo! —me rei

—Ay, ternuritas, derraman miel.

—¡Azul! —se rio

—Kealterado. —Rodo los ojos —Vine a darles una mala noticia

—¿Qué paso?

—No creyeron que Diego fuera mayor de edad... están pidiendo el número del papá de Emilio

—Pero, ¿y el carné de Diego? —pregunté

—El bruto lo dejo en su casa.

—¿Y el tuyo? —pregunte viendo a Emilio.

—Nunca tuve suficiente dinero para comprarlo

Suspiré —¿Qué vas a hacer? —Volví a preguntarle

—Azul, dalo... —bufe, sentí su mano acariciar la mía

Le dictó el número y Azul salió de la habitación repitiéndolo para no olvidarlo.

—¿Estás seguro?

Negó —Pero no tengo de otra...

Minutos más tarde el doctor entro a la habitación, seguido de otro hombre, que supongo es el papá de Emilio.

Me aleje rápidamente de él y me senté en la silla de al lado.

—Ay, hijo, que bueno que estas bien. —fue lo primero que dijo.

Emilio fingió una sonrisa y asintió —¿Ya me puedo ir?

El doctor también asintió —Ya, pero debes tener cuidado, la herida, por ser profunda, tiene puntos y debes cubrirlos cuando vayas a bañarte y al salir, vendarlos... —Le dio otras indicaciones y bla, bla, bla...

Cuando el doctor salió, salimos todos y Emilio se quedó en la habitación, con su papá.

Solo escuchaba murmullos, aunque eran fuertes, no entendía de lo que hablaban.


Emilio

—No puedo creer que llamaras a emergencias —dijo molesto

Me baje de la camilla intentando no hacer contacto visual, de otra manera, comenzaría a llorar.

—Estaba desangrándome, no tenía opción, era eso o morir. A pesar de tus golpes e insultos prefiero vivir para cuidar a Leo, como tú nunca lo hiciste —Me quite la bata de hospital y comencé a ponerme la ropa que Joaco y Niko me habían traído.

—Leo también es mi hijo, así que yo puedo hacerme cargo.

—¿Ah, sí?, pues no parece. Leo tenía dos años cuando mi mamá murió. Romina estuvo días en el hospital, en coma. Ordenaste que la desconectaran y luego de eso, Leo y yo nos quedamos solos.

—Tú te quedaste solo por elegir ese camino que no te llevara a ningún lado más que al camino de la miseria y la tristeza.

—¡Al que tú me estas conduciendo!

—¡Soy tu padre y me respetas!

—¿Eres mi padre? ¿Ahora si eres mi padre? Pues si tanto te crees mi padre, empieza a actuar como tal. Un padre no golpea a sus hijos por su orientación sexual, un padre, aunque no esté de acuerdo con las decisiones de sus hijos, los aconseja y apoya, no los golpea. Un padre no dejaría que sus "amigos" toquen a su hijo y abusen de él. ¡En definitiva usted no es mi padre!

Su mano choco con mi mejilla. Comencé a sentir mi mejilla caliente y comenzó a arder. Mi respiración se volvió agitada y pesada, por el coraje y tratando de no llorar.

Me tomo del brazo y me vio fijamente.

—Respétame, Emilio. Sabes bien que puedo hacer lo que se me pegue mí regalada gana contigo y que tendrás que aguantarte, te guste o no. ¿Entendiste?

Mordí el interior de mi mejilla y asentí

Soltó mi brazo y comenzó a caminar a la puerta.

—Apúrate, nos vamos en 5 —abrió la puerta y salió

Solté en llanto cuando la puerta se cerró.

Termine de acomodarme la camisa y abroche mis pantalones, aun llorando. La puerta volvió a abrirse y me cubrí con mis brazos.

—D-dejo de llorar, pero no me golpees —pedí

—Nunca lo haría, Emi... —me rodeo del cuello con sus brazos y no dude en rodear su cintura con los míos

—Me arde la mejilla —dije entre el llanto

—Ya pasara... —Susurró y se separó de mí, acuno mi rostro y me sonrió levemente

—T-tengo que irme con él, no quiero... No quiero, Joaco...

—Yo sé, yo se... —acaricio mi mejilla, la que me dolía —Mas tarde voy a llegar, ¿okey? Y te vas de ahí. —Asentí —Tranquilo, Emi, vas a estar bien.

—Gracias a ti... —sonrió

Me beso cortamente

—Yo me quede con tus cosas —dijo riendo y me hizo reír —Lleva algo más que quieras llevar, ¿sí?, no importa que sea o cuanto sea.

—Pero, chulo...

—No, no, no... no importa que sea o cuanto sea, ¿estamos? —Asentí —Más te vale —volvió a besarme —Tengo que irme, amor. En cualquier momento entra tu padre y...

—No vuelvas a llamarlo así, por favor —pedí

Asintió —Esta bien... aun así tengo que irme, los muchachos te mandan a decir conmigo que adiós y que que bueno que estas bien —sonreí

—Gracias, chulo

Él también sonrió —Nos miramos al rato, ¿okey?

—Sip, te amo... —bese su mejilla

—Yo más... —acaricio mi mejilla y bajo su mano por mi hombro y luego por mi brazo, hasta que llego a mi mano, la acaricio y también beso mi mejilla.

Salió de la habitación y yo termine de ponerme lo que me faltaba, los zapatos y mi suéter y gorro.

Cuando salí de la habitación, no había nadie en la sala de espera. Comencé a caminar a la salida del hospital con rapidez, deseando que Gustavo no estuviera esperándome en la entrada. Pero por desgracia, así era.

—Vámonos —dijo simplemente. Me subí al carro y lo echo a andar.

Pero no sabía que a partir de ahí mi vida sería un infierno peor que el de hasta ahora. 


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Andamos valiendo verga, dig0

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⏰ Última actualización: Aug 03, 2021 ⏰

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Cortes | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora