Cortes | Emiliaco

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Emilio

— Mi niño, tienes un gran futuro por delante. Y como tu madre te voy a aconsejar algo... No dejes que te hundan, pero tampoco hundas

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— Serás y eres una persona muy valiente, inteligente... Muchas personas te querrán

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— Enano, se que tu primera decepción amorosa nunca es fácil, pero me tienes para desahogarte, por algo soy tu hermana

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— Eres un ser de luz, Emilio, para muchas personas, las ayudas, incluyendome.

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— Bebé, está bien... No tiene nada de malo

— Si, Mailo, no llores

— Recuerda que amor es amor y que nadie puede decirte que te debe gustar

— Espero que algún día traigas a algún chico que de verdad te quiera y tu a él

— Nosotras vamos a apoyarte siempre

Sorbi mi nariz, recordar eso no se si me haga bien, su muerte me afectó muchísimo.

Hablaba con Andrés y Roy a diario antes de su muerte y ahora a penas les dirijo la palabra en la escuela. Me mantengo solo y encerrado en mi cuarto.

Haciendo tareas, viendo televisión y escuchando música.

Trato de evitar cualquier contacto con mi papá, el no acepta que me gusten los chicos y me acusa de la muerte de mi madre y mi hermana, me golpea casi a diario. Pasa todo el día trabajando y al venir me trata como su sirviente, como en mi cuarto y no salgo hasta el otro día que toca ir a la escuela.

Volviendo al tema de la escuela, me la paso solo, Andrés y Roy se acercan de vez en cuando a invitarme a pasar la tarde con ellos, nunca acepto, pero no dejan de intentar.

Muchas personas se acercan a mi con intenciones muy raras, algunas porque quieren saber que ocurrió realmente otras con intenciones de ser mis amigos, o quien sabe.

La mayoría de chicas que se acercan a mi es porque quieren sexo, porque según escucharon que la tengo grande, pero siempre reciben la misma respuesta de mi parte:

"La tengo grande, pero soy gay"

Siempre se van indignadas y hablando entre dientes.

Ahora estoy alistandome para ir a la escuela, metiendo mis cuadernos y libros, tomé dinero, me puse mi gorro negro y salí de mi cuarto, bajé las escaleras y mi papá estaba en el comedor.

— Ya te vas, Milio? — preguntó mi hermanito de 4 años, Leo

— Ya, enano. No salgas de tu cuarto hasta que yo vuelva, bien? — Mi padre puede enloquecer en cualquier momento

— Esta mien — asintió, me hizo señales para que me agachara, lo hicr y beso mi mejilla — Te amo, manote — Me reí y bese su frente

— Tamien te amo, manito — me sonrió — Entra a tu cuarto, cierra con llave — asintió, volvió a entrar a su cuarto y no me moví hasta escuchar el seguro

Sabía que estaría bien y que no aguantaría hambre, hace tiempo, con mis pocos ahorros, le compre una pequeña refrigeradora para su habitación. Mi padre le había pegado anteriormente mientras yo no estaba, ahora sacamos comida del refrigerador familiar para el suyo

— Ya me voy... Papá — dije al bajar

— Regresas temprano, Emilio. Y cuidadito y andas de marica