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Emilio

Era muy lindo, demasiado lindo, pero no quería demostrarlo, siempre he sido cerrado con mis sentimientos, no me gusta demostrar siempre lo que siento.

Menos con esto

Mi padre me golpeara, más, si se llega a enterar.

Aunque debe venir por lo que vienen todos: Sexo

A su saludo solo respondí levantando la barbilla y regrese mi vista a mi comida, pero el corazón me latía frenético.

— ¿Puedo sentarme? — Mierda, ¿por qué tiene que ser tan tierno?

Me encogi de hombros.

— Bueno, si no te molesta, lo haré — Se sentó a mi lado, jugando con las mangas de su suéter. — Soy Joaquín — dijo inmediatamente

Asentí

— Yo soy Emilio — dije — Aunque supongo que debes saberlo.

— Lastimosamente, si — Lo vi con el ceño fruncido — O-O sea me refiero que me hubiera gustado no enterarme por ello, sino escucharlo de ti — Bajé más mi mirada y mi capucha, ocultando mi leve sonrojo

Carraspee — Ah ya... Oye, se a que vienes, no estoy interesado en "Una noche de pasión" — hice comillas con los dedos y ahora él Frunció el ceño

— ¿Que? No, no, claro que no vengo por ello, no, no, no... — rio

— Oh... Lo siento — Seguí comiendo

— No hay cuidado, seguramente yo hubiera reaccionado igual. No entiendo porque la gente se mete en la vida de los demás y que crean rumores. — Okey, comienza a agradarme

Me encogi de hombros.

— Oye, no es por ser metiche, mala onda o no se como lo tomes, pero ¿No hablas mucho, verdad? — Negué — ¿Se puede saber porque? — Sonreí en mis interiores

Me volví a encoger de hombros — Simplemente no me gusta demostrar mucho lo que siento.

— Oh, ya... Pues tu verás que yo si hablo mucho — reí bufando y de reojo lo vi sonreír

El resto del almuerzo continuó hablándome de él, no fue aburrido para nada. Le tuve confianza en muy poco tiempo, pero no la suficiente.

Supe que tenía una hermana, se llamaba Renata, que le gustaba molestarlo.

Su madre los cuidaba mucho, pero aún así les daba su libertad.

Tenía su grupo de amigos, se llamaban Diego, Azul, Ale y Niko. Se oían agradables.

Supe mucho de él en poco tiempo, y pude hablarle tranquilo, aunque no mucho, solo le hacía preguntas y reía bufando.

La chicharra sonó, indicando el fin del almuerzo.

— Oh — dijo triste y fingió un puchero — Me toca Idioma. ¿A ti?

— Otra hora de Matemáticas. — Murmure poniéndome de pie

Él se puso de pie conmigo.

— Espero volver a hablar contigo algún día, Emilio — Sonrió — Tal vez nos crucemos en los pasillos — Me encogi de hombros y él suspiro — Bye — Palmeo mi hombro y se fue.

Es una lindura

Joaquín

— ¿Como demonios lo hiciste? — Preguntó Niko y Diego me dio mi mochila

Me encogi de hombros — Sólo me acerque y le hable, al principio parecía ignorarme, pero continúe hablando, le conté de mi y poco a poco me fue preguntando más y le conté de Ren, de mi mamá y de ustedes...

Cortes | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora