It Wasn't Cupid ᪥ [Kyman]

08

Cartman había hablado con Kenny un poco más en el pasillo aún siendo acompañados por Butters, donde sin problema confesó la rara atracción hacia el judío.

Butters casi se ahoga con su propia saliva a pesar de ya saberlo, después de todo el gordo no hablaba de sus sentimientos con tal libertad como lo hacía ahora y por aquel judío.

Kenny parecía que se moriría de la risa, literalmente.

Y es que habían estado toda su vida peleando, y de la nada con tanta naturalidad hablaba de ciertos sentimientos encontrados hace años por él. Kenny quería gritarle que no conseguiría nada, era bien sabido que Kyle lo detestaba más que cualquier otro en la escuela.

Pero Cartman lo sabía. Y era el motivo principal por el que quería deshacerse del sentimiento.
El rechazo social en donde sea que fuera ya le era completamente pesado desde su niñez. Que se sumara el rechazo por parte de Kyle en ese sentido, sumando a que probablemente lo humillaría; terminaría por dejarlo en el peor de los estados, por decirlo de una forma leve.

Se negaba a sufrir otra vez. A sufrir más.

Kyle era el único que le brindaba una cierta paz a su corazón y mente, una inexplicable que sin embargo adoró durante los años aunque lo demostrara con insultos y peleas, una paz de la que se quería deshacer antes que que pasara de ser su luz al mismo infierno.

Tras el pequeño gesto de la bufanda, Eric no sabía si cortarse las venas con galletitas, llorar o insultar.

Eligió la ultima, pero las primeras dos eran muy prometedoras.

Parecía que el judío le hacía las cosas más complicadas.

－ Mamáaaaa － Se quejaba Eric ahora recostado en su cama desde que había llegado de la escuela el día anterior; su cama repleta de papel con mocos, él con su cabello despeinado, nariz irritada, sumando su ropa algo alborotada también. 

Los papeles llegaban hasta el suelo al igual que sus sábanas y frazadas, las cuales subía si tenía frío y al instante tiraba por ahí cuando el calor regresaba.

Su madre subió hasta su habitación con ambas manos entrelazadas dispuesta a darle a su pequeño de dieciséis años lo que deseara, después de todo estaba resfriado.

－ ¿Sí Tesoro? － El castaño frunció levemente el ceño aún sin abrir sus ojos por completo, estaba destrozado; ni siquiera su voz se parecía, era más bien Eric Tucker con aquella voz nasal.

Pero solo era la nariz tapada por las grandes cantidades molestas de moco.

－ ¿Me traes más polliiitooo? － Canturreó y tosió un poco en el proceso, mientras que la mayor, encantada de la vida, asentía repetidas veces y respondía "Claro que sí mi Calabacín", y bajaba a la velocidad de la luz para cuidar mejor de su hijo. 

Cartman suspiró.

El "Y quiero que vengas" de Kyle se repetía en su cabeza como un pequeño sentimiento de culpa que le jodía la existencia casi como generalmente lo hacía su madre.