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- ¿Kyle? -

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- ¿Kyle? -

El nombrado quitó las manos que había mantenido cubriendo su empapado rostro y alzó levemente la cabeza hacia adelante, cerrando la boca, alerta.
Sintió su corazón acelerarse peor, creyó que tendría un paro cardíaco tal y como el gordo en el que había estado pensando.

- ¿Kyle? ¿Eres tú? -

Broflovski observó el par de zapatos posicionados frente al cubículo en el que él se encontraba.
Esa voz, ¿Cómo no reconocería esa voz?

- David - Habló y tembló en su lugar, tenerlo cerca era extraño.

Aclaró su garganta tan rápido como lo notó.

- ¿Qué? ¿Qué es lo que ocurre? -

Intentó remar la charla queriendo evitar el hecho de que lo más seguro es que lo había escuchado sollozar al menos una vez.
El mexicano se cruzó de brazos en el lugar, no podía mentirle.

- ¡Qué te ocurre a tí! Te escuché llorar -

- ¿Llorar? No, creo que te equivocas. Terminaba con un par de necesidades aquí, es todo -

Tomó algo de papel queriendo disimular que se limpiaría el culo, cuando se encargaría de su empapado rostro.

- ¿Sí? pues si ya has acabado, sal entonces -

Y tan pronto como habló, Kyle abrió la puerta que los mantenía distanciados tras haber tocado la cadena como si en realidad hubiera hecho algo más allá de lamentarse.

Su mentira fue la que más cortas tuvo las patas en la historia, porque en cuanto el azabache lo tuvo en frente, se percató de lo hinchados y rosados que el judío ya tenía sus ojos.

- Mierda, ¿Qué es lo que te tiene así, Kyle? -

Broflovski suspiró y metió sus manos en sus bolsillos; ya no era capaz siquiera de mentir con éxito.
Apoyó su cuerpo entre un par de cubículos y miró el suelo como si fuera lo más interesante del mundo.

- Todo está en orden, no tienes por qué preocuparte -

Y al segundo, una de las manos del mexicano estaba sobre uno de los hombros del judío.

- Me preocupas, Kyle. Me importas mucho -

Y la seriedad en aquella profunda y sincera mirada y concretas palabras, las que creyó necesitar, lo cautivaron.
Sintió como si por fin pudiera apagar su mente llena de malos pensamientos y conflictos consigo mismo.

Sin embargo, más lágrimas bajaron, aunque su expresión no dijera nada.

- Lo aprecio, sabes que lo hago -

Se dignó a mirar al azabache a los ojos.

- Pero realmente es algo estúpido, no tengo por qué entretenerte con algo así -

It Wasn't Cupid ᪥ [Kyman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora