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Después de tener la cena lista te sentaste a la mesa y esperaste por una o dos horas ahí comenzando a preguntarte porqué Shouta no llegaba. Sintiéndote algo cabreada y ansiosa cuando el nombrado hizo su aparición, le miraste en silencio.

- Me tenías preocupada.

- Te dije esta mañana que comenzarían los preparativos en la UA para el festival deportivo y mi horario se extendería.

- Sí.... sí. - había algo que te inquietaba, y él lo notó, incluso estaba casi seguro de qué se trataba, pero prefirió no darle importancia, primero se haría cargo de si mismo y después seguramente querrías conversar el tema con él.

- Iré a darme un ducha y vendré a cenar contigo en un instante. - dijo entrando a la recamara.

Para cuando ya habían terminado de comer y ya estaban preparados para dormirse de una vez, una idea cruzó por tu mente.
No podías dormir, esa última semana no habías podido descansar muy bien tampoco, y presentías que el pelinegro seguía despierto también. - Sho.. - pronunciarste dando la vuelta para quedar cara a cara con él, quien ni siquiera se inmutó, solo se limitó a contestar tu llamado.

- ¿Mmh?

Te aproximaste hacia él con lentitud, atrincherando tus piernas con las suyas, cálidas y suaves y posicionando las manos sobre sus pectorales te inclinaste hasta el nivel de su cuello donde respiraste suavemente. Aizawa de inmediato se rendía ante ti cuando atacabas sus zonas sensibles. Se estaba empezando a dejar llevar ante el satisfactorio contacto y daba pequeños suspiros de placer, pero al mismo tiempo había algo que no dejaba de hacerle ruido.

- _-____. Oye... - jadeó llevando sus manos a tus caderas intentando poner un alto a tus caricias. Pero no respondiste a su reacción, al contrario, el tacto comenzó a subir de nivel, encaminando una de tus manos hacia el interior de su pantalón.

- No, espera... detente. - ahora él se inclinó un poco para separarte y quedarse viéndote, algo avergonzado por lo que habías ocasionado ahí abajo.- ¿Qué sucede? Tú no quieres esto, no ahora. Has estado insinuándote sin ganas toda la semana y también te has estado comportando muy extraño. ¿Acaso..?

- Solo..- contestas mordiendo tu labio con la insegueidad y pena que te invadía. Shouta llevó una mano hacia tu cabeza para comenzar a dejar caricias, proporcionándote seguridad para hablar.- Bueno, Aiko regresó finalmente a la oficina después del posnatal. - Shouta sabía a lo que ibas, pero aún así se quedó observándote y escuchando cada palabra con atención. - Y había muchos regalos para ella, para el bebé.. sabes estoy feliz por ella ¡no es como si no lo estuviera!

- Sí cariño, lo sé.

-Estoy harta de tener que escucharlas contando sus aburridas y extraordinarias anécdotas como madres, ya sabes, toda esa porquería. - te aferraste con fuerza a su camisa.

- Claro.

- Shouta, ¿por qué es tan injusto? ¿por qué? No comprendo... - y el llanto se desbordó, se reprimió contra el pecho de tu pareja, quien te contenía entre sus brazos como de costumbre.
Hace meses le habías manifestado tu deseo de querer convertirte en madre, y aún recordabas ese día a la perfección como si hubiese sido ayer; el dolor no se iba.

(***)

- Sabes yo, disfruto mucho ver las interacciones que tienes con tus alumnos, la forma en que estás dispuesto a dar tu vida por ellos con tal de protegerlos, tienes de alguna forma, ese lado muy presente.

- Bien, ¿Cuál es el punto? ¿A qué quieres llegar con todo esto? - después de cerrar la carpeta que leía con cautela te miró ahora con una pequeña sonrisa.

- Es algo que quiero hacer solamente contigo Sho. - tratabas de mantenerte firme y serena aunque los nervios te carcomieran con tu próxima confesión, y te inclinaste hacia él - ¿Pero tú has sentido alguna vez ese instinto paterno antes? - él se incorporó en la cama para quedar a tu altura.

- Tantas veces que ni te imaginas.
Todo el tiempo te he visto muy deslumbrante y fascinada cuando se trata de algún niño o cosas que los involucren. Incluso te casaste con un profesor, cuidar niños se vuelve rutina. ¿Estás segura de que esto es lo que quieres para el resto de tu vida? - tu corazón comenzó a latir con más intensidad, al cruzar mirada con esos bonitos ojos ennegrecidos en medio de la noche, los que querrías mirar por el resto de tus días, tu rostro se ruborizó.

- Esto es lo que quiero. - respondiste en un hilo de voz.

- Siempre lo supe.

- Jajaja - soltaste una risa cristalina. - solo si tu también lo quieres, no haría nada que no quieras.

Las manos del mayor ya se encontraban en tus mejillas para acercarse y dejar un casto beso en la comisura de tus labios, interrumpiendo así tu carcajada.

- ¿Y por qué crees que te lo pregunto? Solo necesitaba tu afirmación.

Después de esa noche pasaron aproximadamente seis meses cuando ya te encontrabas completamente devastada al no poder obtener los resultados que tanto anhelaban, pero tú más que nada, Shouta se ponía más mal de verte a ti en esas condiciones y no saber qué más hacer, además de financiar tus idas a las clínicas más prestigiosas para poder conseguir algo, incluyendo las visitas al psicólogo.
Te arrullaba entre sus brazos el tiempo que hiciera falta hasta que pudieras dormirte después de llorar, y se le estrujaba el pecho si te encontraba en un rincón del baño mirando un punto fijo, con el cuerpo congelado, la mente en blanco y las ojeras desbordándose de tus ojos. Dos veces te vio así, y solo una bastó para que considerara que comenzaras a ir a terapia.

- Todo a su tiempo. Dijo él ahora.

- Ya ha pasado un año.

- Sé que es difícil, sabes que no estás sola en esto, lo sabes ¿verdad? Mírame, no poder concebir algo que anhelas tanto como yo, tú más que yo, estoy unido a tu dolor como no tienes idea, pero tu no tienes la culpa.

- Lo sé, lo sé - susurraste. - has sido lo mejor que me ha pasado en la vida, a tu lado sé que puedo sobrellevarlo, no quiero que cargues conmigo, no así, lo siento tanto. - cubriste tu rostro con tus manos.

- No es tu culpa, está bien. ______, si quieres puedes tomarte un tiempo de tu trabajo como dijo tu terapeuta y despejar tu mente, alejarte de esas maliciosas mujeres no te vendría mal. Yo me encargaré de los gastos. Yo me encargaré de todo.

- Siempre lo has hecho.

- Y por lo mismo seguiré haciéndolo.

- Crees que eso me ayudará.

- Sí, lo hará. Y si necesitas confirmarlo, sí, deberías renunciar porque el ambiente en el que trabajas es muy tóxico y competitivo. Sabes que ellas nunca querrán verte triunfar, y eso las pone celosas porque eres la mejor. - esa sinceridad te hizo reír.

- Quizá lo haga.

Shouta pidió una semana de descanso en el trabajo para poder viajar y tomar algo de aire fresco, o así le solía llamar él. No le ponía muy contento estar mucho tiempo fuera de casa, pero todo lo hacía con una causa, y esa vez eras tú. Una acogedora casa a orilla de la playa fue la mejor opción, no para él, por los riesgos que corrían si venía un tsunami, pero lo convenciste y tuvo que ceder a tus insistencias. Al poner pie en esa casa su pensamiento de querer irse dio un vuelco total; no era lujosa ni muy espaciosa, pero si era precisamente acogedora, cálida, afrodisíaca, y eso le cambió el humor al instante.

Cuan afortunada te sentías como mujer y esposa, del hombre que se mira enriquecido en alma, que ponía noches en riesgo por sus estudiantes y por ti, más motivos para vivir no necesitaba, y pensar que cuando le conociste nunca imaginaste que pudiera ser tan afectivo en privado. Al fin y al cabo la vida de las personas se divide de dos formas, la profesional y la humana, el pelinegro era todo un profesional en su trabajo, incluso un amargado y estricto profesor, pero tú tenías el privilegio de poder ver esa otra faceta escondida que nadie antes podría ni pensar. No era del tipo romántico, las ideas románticas siempre venían de ti, él solo te daba en el gusto.

La semana finalizó más rápido de lo que esperabas, y ya te encontrabas en la comodidad del hogar.
- ¿Estoy embarazada..? - exclamaste sosteniendo el papel con los resultados de la última visita medica.

"Tendrás que decirle a tu madre que haga más zapatitos"

Aizawa Type Of Boyfriend & One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora