17. Quiero lo que aún no aceptas que eres y, miedo de lo fué

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17. Quiero lo que aún no aceptas que eres y, miedo de lo fué

 Quiero lo que aún no aceptas que eres y, miedo de lo fué

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Despierto de la forma más desagradable posible. Y esa es:

Por mi ruidosa alarma con toda la potencia que tiene de volumen mi teléfono.

Con enojo y sorpresa muevo y revoloteo entre las sábanas. Estás me amarran al agitar mis extremidades de esa forma. Al poner un pie en el piso de mi habitación caigo al instante. El quejido de una persona ajena a mi, me hace exaltarme sobre su espalda.

Logro al fin deshacerme de esas sábanas púrpuras y saco mi cabeza por uno de los extremos para enfocarme en que he caído, o mejor dicho: ¿En quien?

Sigue haciendo sonidos de dolor y son algo adorables pero lastimeros. El sol que entre por la pequeña ventana de mi techo hace brillar su cabello verdoso y rizado.

Es algo ordinario el cabello rizado

Lo suave y blanca que aparenta ser su piel está roja por el dolor de aguantarme encima suyo. Tiene los párpados forzosamente cerrados, esa frente con un ceño fruncido me parece familiar y diferente. No lo hace ver adorable, sino como lo que es un hombre con un gran atractivo si ponías atención. Cada vez que me percato de esas pecas me siguen dando ganas de ponerme a crear constelaciones con mi dedo. O escribir mi nombre trazando mi llema entre sus pómulos, mejillas y nariz.

—Aahhg, bu-buenos días para ti también—, me logra quitar de encima, aún con dolencias se eleva con sus manos detrás de él. —¿Todo bien? ¿Porqué tienes una alarma tan escandalosa?

Su mano masajea su cuello trasero al igual que estira este y su cabeza se mueve en varias direcciones. Generalmente las personas quitan su mano luego de hacer eso de su nuca, pero Izuku introdujo sus dedos en la parte baja de sus rizos para ascender y alborotar su melena oscura. Luego de tanto abre los ojos, y me deleito con el rayo de luz que los hace ver cómo dos luciérnagas sobre el agua.

Creo que no es tan ordinario...

—Porque tengo el sueño pesado, ya mismo se calla. —Giro un poco mi cadera y miro detrás de mi, dónde está mi ordenador y dicto—, estoy despierta, apaga la alarma y comienza la rutina, Google.

—Entendido, comenzando rutina con temporizadores matutinos.

—Eso es algo sorprendente, no creí que lo usarás.

—Hay muchas cosas que no sabes de mi—me dirijo de nuevo a él, lo observó estoy entre sus piernas y entonces un recuerdo fugas cruza mi cabeza como una descarga eléctrica.

El asistente [GRUDGES] ✔️〽️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora