44. Dónde hubo fuego, pueden quedar cenizas que incendiaran de nuevo el dolor.

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44. Dónde hubo fuego, pueden quedar cenizas que incendiaran de nuevo el dolor.


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o miro, tiene la cara llena de dolor y mallugada por los golpes. A veces me arrepiento de haberle rogado a Momo que aprendiera a defenderse, porque siempre ha usado la sabiduría del boxeo en situaciones que no son necesarias. 

Entiendo que tiene miedo y esta muy enojada, también comprendo que su corazón guarde rancor hacía Shoto, pero no es la manera de protegerse, aunque este tan herida, la violencia no debe ser mas que la ultima opción.

Busco en mi bolso ese pequeño estuche que me dieron cuando adquirí mi carro, un botiquín de emergencia nunca viene mal para cargar con el. 

El corsé esta intacto, solo un poco sudado por correr detrás de ella, y el cabello le cubre la frente y se pega a esta. La gente sigue de espectadora. 

—A menos que quieran quedarse sin trabajo, quédense justamente donde están. —La voz me sale baja pero fría, y es lo que quiero, los veo espantarse y mirarse unos a otros pero se terminan retirando. 

—No te pedí que me cuides. 

—No tengo porque pedirte permiso para hacer lo que se me venga en gana. 

Ríe a secas, con nada de gracia, pero  a la vez si con algo de diversión. Sé que es estar ahí, en lo mas bajo de sentirte miserable. Lo veo en todo, sus ojos, su postura, lo siento en el aura a su alrededor. 

Le acaban de romper el corazón. 

—Siéntate, —le ordeno, lo veo quitarse el molesto corsé y tirarse en la base en la que estaba Izuku cuando llegamos. —¿Podrías traerme un poco de agua fría?

La chica que nos cacho a mi y a Deku en el probador fue la única que se quedo, y lo entiendo porque le debo algo y es la que me sigue atendiendo, sigo con el vestido puesto después de todo. Esta asiente y corre en busca de lo que le solicite. 

Abro el pequeño estuche, saco las vendas, alcohol y desinfectante. La señorita no tarda y me tiende el baso, asiento en agradecimiento y con gasa lo humedezco para poder limpiar la piel abierta.

—¿Y a ti como te fue?

—Se podría decir que bien, —hace muecas con cada pasada que hago con el labio partido. 

—¿Por qué haces todo esto?—indaga, sosteniendo mi muñeca para detener mi tarea de curarle. 

—Podremos habernos hecho mucho daño, Shoto. —Aun con su mano parándome en seco, la acerco y acaricio con esta su mejilla, cierra los párpados, conociéndolo. Está tratando de refugiarse en esa caricia. —Pero eso no significa que te odie, me hiciste feliz tanto como me hiciste trizas, pero prefiero quedarme con la bueno. Considero que tú también lo harás en su momento, cuando decidas sanar. 

El asistente [GRUDGES] ✔️〽️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora