Capítulo 11 |♣️

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Capítulo dedicado a feedeeb 🖤✨

Capítulo dedicado a feedeeb 🖤✨

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Lionetta Accardi

Algunos podrían llegar a pensar que el jet que adquirió Celio Accardi para su cumpleaños hace algunos años fue por pura avaricia, pero en realidad, lo hizo para que su familia viajara segura alejada de la exposición de los vuelos comerciales. Luego de que su hermano le contara como habían asesinado al abogado de uno de los miembros de la Cosa Nostra al aterrizar en el aeropuerto de Roma. Lo recuerdo cada vez que veo un avión porque esa fue la razón por la que no nos fuimos de vacaciones cuando tenía once años que escuché en una conversación de papá con el tío mientras fingía estar dormida en el sofá de su despacho.

Abordé el jet con la sobrecogedora mañana clara y fresca llenándome de una extraña melancolía. La noche es mucho más tolerable, la oscuridad y las luces sintéticas que en cualquier momento puedes apagar. Sin embargo, la noche es desesperante y la mañana esperanzadora.

No pude evitar sonreír cuando el sonido de la sincronización de unos pasos que conozco a la perfección, llegó a mis oídos.

—Lionetta —la voz de la impureza pronunciando mi nombre.

—¿Sabes cuanto tardaremos en llegar? —no me voltee a ver su rostro, simplemente tomé asiento en una de las butacas de cuerina blanca junto a la pequeña ventanilla— ¿y si nos caemos al mar?

Desde aquí puedo ver cómo mi madre habla con mi Natalia y Giordana, la cuál parecía prestar muy poca atención.

El hombre junto a mi dió dos pasos más, acercándose a dónde me encuentro.

—sabes que yo no fuí, prometí dejarlo entre nosotros dos —su voz se oye insistente.

Me giro para ver su expresión. Parece preocupado, eso solo me causa satisfacción.

—en realidad, no, no lo hiciste Fausto —ladeo levemente mi cabeza— no prometiste nada.

En un segundo, mi primo queda sentado frente a mí, con sus puños apretados sobre la mesilla que nos separa.

—Lionetta... —advierte entre dientes, comienza a cabrearse.

Suspiro. A pesar de que disfruto ver su desesperación, dentro de algunos minutos el avión despegará y mis preocupaciones serán otras. Mucho más interesantes.

—Fausti, ya sé que no fuiste tú el que me delató. —me dieron ganas de reír estruendosamente cuando su rostro se crispó—. Si, debo de admitir que al principio se me pasó por la mente la idea de que hubieras actuado tan estúpidamente —entrelázo mis manos sobre la mesa, echando levemente mi cabeza hacia delante— pero luego me dije a mi misma: vamos, después de todo, es un Accardi, algo de inteligencia debe de tener.

Diamante Negro © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora