Angelo D'AmicoMe es imposible no hacer una mueca cuando veo el uniforme sobre mi cama y me encuentro obligado a usarlo.
Bajo las escaleras rápidamente y giro en el pasillo. A pesar de poseer un enorme y cómodo departamento en frente a una de las empresas D'Amico, mi madre adora que pase tiempo en casa. Y yo no me podría negar a su dulzura. Arreglé con Eleonora alojarme en casa esporádicamente, y parece que con eso no la tendré adherida como una garrapata, así que supongo que está bien.
—papá, ¿Que es eso? —me posiciono en el umbral de la puerta, observando el ordenador que esconde la cara de mi padre.
—deberás ser más específico, hijo —responde echando hacia atrás su silla.
—¿la universidad Wellington? —inquiero, tratando de sonar abierto a una explicación.
Augusto baja la tapa de su portátil y me observa por unos segundos antes de esbozar una sonrisa.
—hubiese apostado toda mi maldita fortuna a qué te ibas a quejar a penas lo vieras —la diversión en sus ojos color neblina y acero solo provoca que la sangre me hierva más— Encajar es una virtud que tú no tienes, y debes empezar a aparentarla.
Acepté cambiar mi universidad, cuando estaba perfectamente en Milán, porque todos tuvimos que hacer sacrificios. ¿Pero una universidad de niños ricos? no se justifica en lo absoluto el dinero que se paga al establecimiento. Es mi último año, tengo una edad avanzada como para vestir un maldito uniforme de colegial, ¿Cómo pretende que no luzca ridículo con eso? Estaré rodeado de la élite de Manhattan, individuos de 18 años en adelante que lo único que quieren es salir de fiesta y presumir sus lujos. Al menos en Milán eran más soportables.
No fui criado de esa manera, tengo dinero pero la diferencia es que sé cómo se gana ese dinero. Sé que todo está sucio a pesar de que resplandece como si indicara lo contrario. Augusto me introduzco en este mundo a la edad de 5 años. En el momento en el que pregunte por qué el guardaespaldas que me llevaba a tomar helados cargaba un arma consigo.
No perdí ningún amigo, debido a que de todas formas no los tenía. Mi único amigo siempre fue Luka, es con el único que no tengo que aparentar ser algo que no soy, su padre también es un criminal así que nos entendimos bien desde un principio. A pesar de que el mayor de los hermanos Bracco es un hombre que está acostumbrado a sonreír a todos y usar como principal arma su carisma, a diferencia de mí, que mi mayor arma es saber retorcer mentes luego de un exhaustivo proceso de análisis de todo tipo de situación para que no haya posibilidad de fallas, nuestra convivencia es buena. A ninguno de los dos nos desagrada ver la sangre correr de todo aquel que haya intentado engañarnos.
Y a diferencia de Fiorenzo, Luka siempre está tratando de llegar lejos, su ambición nunca lo dejara ser aplastado por nadie.
Cualquiera hubiera supuesto que me llevaría bien con Federico, pero en realidad mi padre no es cercano al suyo. El chico adoptivo irradia ingenuidad en La Organización y es tan obvia la inseguridad que le causa no tener la misma sangre que su padre que aún no entiendo cómo no se ha sometido a una transfusión.
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Diamante Negro ©
Ação(EN PROCESO) De la sangre, el honor y los secretos nacen los descendientes de la mafia siciliana. De la sangre, el honor y los secretos nace Lionetta Accardi, la hija de una de las familias en la Cosa Nostra de Italia. Su mente cínica es como un dia...