(EN PROCESO)
De la sangre, el honor y los secretos nacen los descendientes de la mafia siciliana. De la sangre, el honor y los secretos nace Lionetta Accardi, la hija de una de las familias en la Cosa Nostra de Italia.
Su mente cínica es como un dia...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Angelo D'Amico
Me resulta preocupante la seguridad y firmeza con la que Lionetta se abre paso entre todos. La princesa siciliana se dirigía hacia los capos con cortesía pero no con inferioridad. Sin embargo, su seguridad vacila cuando la veo observar paranoica hacia a los lados en algunos momentos, alimentando una creciente sospecha en mi.
Mi atención se concentra en Gian subiendo por las escaleras que llevan al ala en dónde estamos. El hombre asciende con aspecto tenebroso y les sonríe de manera grotesca a algunas chicas en medio del tumulto que también se dirigen a las espaciosas escaleras. Pero alguien toca mi hombro, e instantáneamente giro sintiendome sobresaltado.
Lionetta tiene el rostro sumamente preocupado, los labios hinchados en una tensa línea formando una mueca, y antes de que siquiera pueda preguntarle qué carajos le pasa, comienza a desplazarse en dirección a una masa de gente. Antes de que se aleje más la tomo por el brazo y la giro hacia mi, ella no se libera del agarre pero su expresión realmente luce alarmada.
—¿Que pasa? —mascullo sin dejar de mirarla, irritado y nervioso.
—Fiore, está ahí sentado —me habla por lo bajo pero a pesar de la música logro escucharla. Su mirada viaja hasta la otra punta del lugar.
Desvío mi mirada de ella y la centro en la barra con decoraciones led que está ubicada en medio de la sección VIP. Ahí está el hermano de mi mejor amigo sentado, junto a otro hombre y dos prostitutas.
—¿Y con eso que? —pregunto confundido, volviendo mi mirada a ella, no entiendo que representa Fiorenzo.
—él no puede saber que estoy aquí —obvia, alternando la mirada entre él y yo.
Entonces de pronto cualquier sospecha que tenía se convierte en un innegable hecho: Lionetta está aquí infiltrada.
Y para su mala suerte, pese a que sé asemeja más a un matón, podemos decir que Fiorenzo conoce de cerca como se maneja el crímen organizado. Y aunque es bastante estúpido en lo que a mi concierne, su padre se encargó de enseñarle los rostros de las personas peligrosas.
Y Gian es una de ellas. Pero probablemente olvidó enseñarle el de Lionetta.
—no importa, tienes que sellar el trato con Gian —mis palabras salen duras.
No voy a permitir que eche todo esto a perder solamente por Fiorenzo. Necesito ganarme a los traficantes.
—lo haré —afirma tironeando por un segundo su brazo para que la suelte, cosa que hago en el instante que vuelvo a ser consiente de su fría piel en mi mano— pero asegúrate de que Fiore no note que estoy aquí.
Su mirada es firme al igual que el tono de su voz, es como si creyera que puede darme una orden. Pero no me conviene que se distraiga con Fiorenzo y se olvide del trato con Gian, así que afirmo.