Irremediablemente enamorada

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La noche seguía y todos estábamos muy felices, en realidad aquélla fiesta nos había hecho bien a todos, estábamos disfrutando muchísimo el tiempo, el baile había sido increíble y la verdad que no me quedaban ganas de estar de amargada como en antiguas fechas lo había hecho.

-Oye, Luna... ¿seguirás dejando que mi amigo te haga sentir mal? Me preguntó.

-No lo sé... supongo que podría terminarlo, pero la verdad yo esperaba que cambie... ¿sabes?

-bueno, pero con esperar no ganas nada, mejor termínalo de una vez. Total... ¿qué puedes perder? Solo te estás haciendo daño, aunque creo que alguien como tú no se merece eso.

-sé que no me lo merezco, pero no se como haré para terminarlo. No tengo idea.

-Piénsalo, de verdad... no es justo que te estés haciendo daño por cosas que puedes cambiar.

Y la verdad es que yo lo sabía, estaba segura de que me estaba haciendo daño con esa relación que lo único que hacía en ese momento era amargarme, hacerme sentir mal, pensar en cosas que no nesecitaba justo en ese instante. Mi corazón estaba empezando a sentirse raro y yo sabía bien cual era la razón de aquello.

Unos momentos más tarde estábamos jugando un poco y yo decidí ponerle un poco del pastel que nos habían dado en su cara. No sé si se quedó perplejo, pero eso lo hice por 2 cosas. Me parecía divertido, además que me había dicho que no le gustaba tener su cara sucia, pero en ese momento sonrió y prácticamente sentí que me había ganado la luna con verle feliz.

Después de algunas bromas más y de un par de incidentes por las bebidas, la noche acabó, pero no el montón de pensamientos que tenía en mi cabeza. Creo que me gusta, creo que es lindo y creo que tengo que tomar una desición respecto a mi novio antes de que pueda perder la cabeza y que esto vaya a peor...

Justo en ese momento me entró una llamada, respondí y me dí cuenta de algo muy importante.

-¡Hey, Hola! Me dijo la voz al otro lado del teléfono.

-Hola... dije sorprendida.

-¿cómo fue la fiesta? Me preguntó.

-estuvo excelente, gracias. La verdad la disfrutamos muchísimo.

-¿Y dónde está Édgar ahora?

-está durmiendo... la verdad terminamos rendidísimos, así que... te llamaré después, ¿está bien?

-de acuerdo, no olvides que te amo. Me dijo y en ese momento sentí que algo muy pesado caía en mi espalda. ¿te amo? Pero si todo el tiempo anterior no sentía que fuera así, cada vez hablábamos menos, cada día me dirigía menos la palabra, justo por eso me había llamado la atención alguien más, pero no se lo podía decir, no a el.

Colgué la llamada y me puse a pensar nuevamente. Estaba en mi cuarto, recostada en mi cama pensando en las mil formas que tendría de acabar todo lo que en ese momento me pasaba. Pero sabía que me juzgarían, que mi novio era una buena persona, que si hablaba de lo que sentía me iban a juzgar, me dirían que no era posible sentir algo así, por eso tenía miedo, estaba asustada porque si daba un paso vendría con el todo un cambio gigante.

Decidí en ese momento que le contaría a mi mejor amiga lo que estaba pasando.

-¡Hey! Le dije en cuanto respondió, esa mujer no dormía nunca.

-¿cómo estás, Luna?

-estoy... que es ganancia, pero te llamo porque nesecito, me urge contarte una cosa.

-¿qué sucede? Me preguntó asustada.

-amiga... ¿te ha pasado que un día no sientes nada por alguien, pero pasan horas y de pronto sientes cosas que no pensabas sentir? Le pregunté nerviosa.

el día que todo cambió.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora