el día en que de verdad todo cambió

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Recuerdo que tenía 21 años cuando empezó mi historia de locos. Nunca comprendí tantas cosas que tenía hasta que en un momento del día, lo encontré. fue en un lugar que jamás esperé, pero supe que era lo que nesecitaba. todos creían en los cuentos de hadas, menos yo. en las historias de amor, menos yo. Todos pensaban que se podía ser feliz y que se podía ir por ahí gritando te amo a las personas, menos yo. Y justo al cumplir 22 años, la vida me enseñaría que no solo se puede amar de golpe, sino que puedes amar en un solo instante, sin pensarlo. como cuando te duermes... No piensas, no sientes, solo actúas por impulso. Y así empezó aquél día.

La llamada más loca del mundo me despertó. aBrí los ojos algo confundida y tomé mi teléfono de la mesa de luz.

-¿Hola? Pregunté algo somnolienta.

-¡Hey! estoy viajando rumbo a tu ciudad... ¿ya estás lista? Me preguntó una voz animadísima por el teléfono.

-¡Oh, si... listísima, créeme que si. ¿Dónde estás justo ahora? Le pregunté sonriendo.

-estoy subiendo al camión hace muy poco tiempo, pero quería que estuvieras enterada, para que hagas tu tiempo y para que puedas llegar justo a la hora, sino es que más tarde. Yo no tengo problema en esperar.

-No te preocupes, prometo intentar ser puntual, iré a desayunar ahora y te marco en un rato, es más... cuando vengas más cerca, llámame. ¿de acuerdo?

-de acuerdo, señorita. así lo haré.

-está bien, señor dragón, esperaré tu llamada para que me digas donde vienes.

¿estaba loca? si, si estaba loca diciéndole aquello. ¿cómo que señor dragón? ¿es que me había tomado algo para decir semejante cosa?

en ese momento me desperecé, abrí mis ojos aunque no veían absolutamente nada y me levanté para arreglarme y salir a desayunar. estaba en casa de uno de mis mejores amigos y ya era hora de estar despierta.

abrí la puerta, fui a lavar mi cara y mis dientes y después me dirigí al comedor para hablar con la familia de mi amigo, quienes también eran adorables conmigo, si hay que ser sinceros.

Después de un maravilloso desayuno, de muchas palabras de aliento y de una alegría general por mi parte, mi teléfono volvió a sonar.

-¿Hola? dije sonriendo esta vez.

-Hola, amiga. Quiero que sepas que ahora mismo estoy a una hora de llegar a tu ciudad. querías que te llamara, pues aquí estoy, llamándote justo ahora.

-Está bien, yo en un momento salgo por ti. espérame, por favor- Mi sonrisa era gigantezca, pero nadie podía saberlo. aunque algunas personas lo notaron, lo sé.

entonces terminé mi llamada, me despedí de los padres de mi amigo y me dirigí a recoger mis cosas.

-Prepárate, pequeña amiga. esto será maravilloso, tendrás que disfrutarlo... y vaya que lo harás.

salí de la casa de mi amigo y tuve que caminar un poco porque la estación de tren estaba algo lejos. Pero no me detuvo eso... aunque lo único que si podía detenerme era que como hacía calor, mi aroma no sería el mejor... pero ya me las arreglaría más tarde, ya vería que hacer.

Llegamos a la estación de tren junto con la prima de mi amigo, me ayudó a subir y después terminé bajando en la estación que estaba cerca de la central de autobuses, que era mi destino.

Bajé las escaleras rapidísimo, pero luego me di cuenta que la avenida que tenía que cruzar era gigantezca.

-¡Dios mío... dios mío... que voy a hacer! dije fastidiada y en ese momento una chica me dijo si necesitaba ayuda, le dije que si, que debía llegar a la central y como una señal divina me dijo que ella me acompañaría.

entré a la central y decidí llamarle a mi amigo para preguntarle en que lugar estaba exactamente.

-¡Hey! Ya estoy aquí en la central... ¿dónde es que estás?

-estoy en la puerta principal- Me respondió sonriendo.

-Pues yo estoy en la puerta principal también y no te escucho cerca... Le dije riendo.

-bueno, hagamos una cosa... empecemos a movernos.

-¿sabes qué? Tienes que hacer ruido, así podré encontrarte con el sonido de tu voz, un grito o algo así... ¿puedes?

-De acuerdo, hagamos eso entonces- Y de pronto escuché algo lejos a alguien gritando.

Caminé rápidamente hacia aquél lugar y entonces entendí que mi vida no significaba nada hasta ese momento.

Lo escuché cerca, me saludó con un apretón de manos y me replanteé todo. Mi atuendo, mi sonrisa, mi voz, ¡todo!

-¿cómo estás? Me preguntó.

-Excelente. ¿tú que tal?

-Todo bien. todo súper bien.

-quieres... ¿quieres que salgamos de aquí? Le pregunté riendo nerviosamente.

-si claro... ¿te podría dar un abrazo?

-Yo creo que no... el calor está insoportable allá afuera y pues... no me sentiría cómoda si lo haces. ¿sabes? Pero no te preocupes, no hace falta yo em... tú entiendes ¿verdad?

-si claro, no te preocupes. ¿entonces, cuál es el plan?

-Bueno, podemos ir a buscar algo para comer... ¿tienes hambre? Le pregunté más nerviosa de lo que estaba antes.

-Pues un poco, ciertamente si. ¿conoces algún lugar aquí cerca?

-si, hay algunos a los que podríamos ir... ¿vamos?

en ese momento entendí que nada tenían que ver las situaciones en las que había estado nerviosa antes.

Nunca se me había acelerado el corazón, nunca se me había hecho incómodo que alguien me diera un abrazo, y no por el calor exactamente, sino por que... mi corazón me delataría.

No puedo mentir y negar que en el momento en que escuché su voz en persona, mi corazón empezó a latir como un loco. sabiendo que podía ser descubierta, preferí tomar un poco de distancia. al fin de cuentas éramos buenos amigos, pero no siempre los amigos tienen contacto físico. ¿o si?

salimos de la central de camiones, y entonces me di cuenta de algo...

¡No sabía donde estaba el lugar de conveniencia al que íbamos!

el día que todo cambió.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora