Pesadillas

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Desperté agitada, con las sabanas pegadas a mi cuerpo de nuevo. Los dedos de mi mano temblaban y mi respiración agitada hacia subir y bajar mi pecho a moderada velocidad. Otra odiosa y lúgubre pesadilla. No podía dejar de pensar en como sucedía todo. Mi novio sufriendo un estrepitoso y fatal accidente con el coche.

Las ganas de llorar no me faltaban. Lo peor es que yo estaba plantada en el anden sin poder moverme, observando todo lo que sucedía, el choque contra el quitamiedos, el coche ardiendo, la sirena de la ambulancia... ¿Qué haría yo si, eso llegara a suceder?.

Todo parecía real, demasiado real. Estaba segura que podía sentir el aire acariciar mi pelo, el frío de la noche, los murmullos tenebrosos del bosque se escuchaban distantes y aterradores al mi alrededor...

Desde hace más de una semana, esta pesadilla se repite cada noche, cada vez más y más real. Esto hace que quiera ver Hugo a todas horas del día. No quiero que nunca se haga realidad, la peor de mis pesadillas.

Al final fui consciente de que tenía frío, no estaba tapada por las sabanas. Mire a mi alrededor de mi habitación observando cada detalle de mi escritorio. Estaba repleto de miles de cosas: colonias, joyero, apuntes, lapiceros... También fotos. En especial, la foto de nuestro primer mes juntos, cuando yo tenía 15 años y el 17.

Estábamos en el parque de atracciones. El me abrazaba riendo por la espalda mientras yo, la chica más feliz del mundo, sujetaba un peluche de oso gigante que sujeta un corazón en sus manos en el que ponia, nuestros nombres grabados: Hugo y Ana.

Fue un día especial. Podría decirse el mejor día de mi vida, pero es obvio, que en la vida de una chica de 16 años, cualquier día genial, será el mejor de su vida, aunque en mi caso, ese día fue sin duda alguna, el mejor.

No pude evitar esbozar una media sonrisa ante aquella foto. Siempre conseguía tranquilizarme en cualquier momento del día llenándole de recuerdos  sutiles y felices.

Apartando la vista de la foto, vi el reloj de mi mesilla. Eran las 3 y tres de la mañana. Desde que empezaron las pesadillas llevo despertándome a la misma hora. Es extraño, presiento algo malo, pero aun no sé el que.

Ahora no sabía que hacer, yo tengo el sueño ligero, no soy capaz de volver a dormirme. Mierda Ana, ¿no podrías ser como las demás chicas, que son unas completas morsas a la hora de dormir?
No, al parece yo no.

Todavía quedaba mucho hasta que se levantasen mis padres y mi hermana pequeña, Sonia. Cojo el movil y miro de reojo la ultima conversación con Hugo, en el momento que me da las buenas noches. Hoy me tocaría darle los buenos días primero, pero aun era muy pronto. No quería despertarlo, era más mono cuando dormía...

Intenté dormirme, logrando así dos horas más de sueño, pero a las 5 no podía pegar ojo. Me desperté con una extraña sensación de opresión en el pecho. Esto ya me preocupaba. Pensaré en otra cosa.

Bueno, para matar el rato, nada mejor que la tele.
La tele, la endemoniada y querida tele, lo que me costó tener una propia en mi habitación. A estas hora de la mañana, no había gran cosa, videntes estafadoras, líneas de sexo, dibujos para bebes, enserio, ¿quién coño pensaría que un bebe se va a levantar a las 5 de la mañana para ver Caillou o Pocoyo? Y finalmente las noticias de 24 horas.

Claramente opté por las noticias. En ese instante repasaban el tiempo atmosférico que iba a hacer las próxima semana. Al parecer iba a hacer bastante frío y con la humedad habría riesgo de heladas. En parte, estaba contenta ¿a quién no le apetece estrenar su ropa de invierno? Lo mejor es que las clases estaban ya acabandose para dar paso a las vacaciones de invierno.

Eso me recordó una cosa.

Los apuntes de mi escritorio debía quemarlos. Ya pasé la temida semana de examenes, y ya estuve angustiada por biología, que eso no me entraba en la cabeza de ninguna manera. Por suerte, bueno... mejor dicho, gracias a Hugo y sus tácticas para estudiar, conseguí pasarla con un 6, ¡un 6! No me lo creía ni yo  cuando me dieron la nota. Buscaba la cámara oculta alrededor mio.

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