Accidente

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Me encontraba rayada...y ni era por el problema de matemáticas que debía de desarrollar en la pizarra. Si no por la carta que había leído al entrar en la escuela. Al final decidí llevármela para que estuviese bajo mi control.

¿Había sido una confesión?

No saquemos conclusiones precipitadas. Seguramente sea una broma de mal gusto. Pero malísimo.

-¿Es para hoy...? ¿O para mañana, señorita?-me metió prisa el profesor de matemáticas.

-Em...si...voy-le contesté temerosa. No tenía ni idea de como hacerlo. No atendía lo que había explicado hace 5 minutos.

-Escucha, la solución de todo es 4-me dijo rozando sus labios con mi oído. Sentí un escalofrío recorre mi oreja.
¿Cómo sabía el eso?
Si le había estado quedando matemáticas casi todos los cursos...de todas maneras escribí la solución que me había chivado.

Con la mirada de aprobación por parte del profesor, me mandó a sentar.

En una hoja de papel escribí "como sabias que era 4" y se lo mostré a Hugo.

-El celebrito de ahí ya lo tenía hecho en su cuaderno-respondió nada mas leer la nota. Ya decía yo...

Le volví a escribir "Ideaca. En los exámenes te quiero conmigo"

Él río por la propuesta y yo permanecí un poco más tranquila.

Las primeras clases de la mañana se pasaron volando al centrar mi atención en las tonterías que hacia Hugo en clase. El hecho de no poder tocar o chocar con algo o alguien le daba libertad de correr por toda la clase con las manos arriba gritando gilipolleces como:

"Un elefanteeee se balanceabaa sobre la tela de una araaaaaaaña"

Decía mientras se apoyaba entre dos pupitres balanceándose.
Parecía un crío de 5 años. Desde luego, era un cuadro de niño. Sabia que debajo de todas esas bromas y comentarios escupidos, había un adolescente atormentado por las circunstancias del momento.

Con la mirada perdida en el, pasaron las demás horas hasta llegar al receso.

Como le prometí, íbamos a saltarnos las demás clases para ir a ver a sus padres. No se que excusa me inventare para explicarme el por que de mi visita pero eso ya lo pensare con el momento.

Al recoger todas mis cosas, los dos nos marchamos hacia la parte de atrás de la escuela. Era la zona donde menos vigilancia había y al parecer, unos estudiantes habían hecho detrás de una enorme barrera de setos un agujero en la valla metálica por donde escapar con facilidad y discreción. Ya no teníamos, por fin, que saltar por encima de la valla, por lo que elogio a estos chicos la idea tan brillante que tuvieron.

-¿Sabes?, yo, juntos a más amigos, colaboramos a hacer el hueco en la valla.

-¿Enserio? Estaba pensando en eso. Hicisteis un favor muy grande a la escuela- él rió.

-Lo sabemos, ya no habrá más hostias al saltar la valla- dijo con un notable deje de orgullo en su voz.

Atravesando la salida improvisada, recorrimos el camino de tierra que estaba al lado del instituto hasta llegar a una calle transitada con bastante tráfico.

Reconocía aquella zona. Cerca se encontraba mi heladería favorita, y algunas tiendas donde suelo comprar ropa. Resistí el impulso de pedirle a Hugo que si podríamos ir allí para pasar el rato, pero lo primero era lo primero. Visitar a sus padres.

Mientras paseábamos por la calle, algunos escaparates de las famosas chocolaterías de la ciudad llamaron mi atención. Le podría comprar algún detallito.

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