En coma

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Estaba hecha un manojo de sentimientos contrariados. Nervios, emoción, temor, alegria, tristeza...
Las ganas de verle no faltaban, tenia que asegurarme que estaba bien. Aunque estuviese en estado crítico, estaba estable por el momento. Ojalá todo saliera bien. Deseaba que así fuese.

Sara se paró frente a la enorme puerta, donde un letrero nombraba la UCI (unidad de cuidados intensivos). Se volteó para quedar enfrente de mi y me miro fijamente.

-Lamento decirte algo- dijo con la cabeza baja.

Genial, malas noticias ahora no porfavor, entre el sedante y mi estado emocional, no puedo procesar bien las cosas.

-Hugo esta bajo coma inducido...- y mis ojos se aguaron.

Entonces fui consciente de la gravedad. No iba a poder hablar con él. No iba a poder decirle que me perdonase, no iba a poder decirle lo mucho que le queria, lo que le extrañaba, ya que el iba a estar dormido... Mis palabras no significarían nada si el no me escuchase, seria hablar sin que algún sonido saliese de mi boca.

-...pero podemos ir a verle aun, dicen que mucha gente esta consciente bajo el coma, y probablemente te escuche- agregó.

Me tape el rostro con mis manos. Un sollozo escapó de mi. Esto ya se empezaba a parecer a las películas de tragedia adolescente. Una persona nunca se da cuenta de que a veces la ficción es una muestra de una dura realidad, y que, en algún momento dado, esa realidad se puede convertir en la tuya. No pude evitar formular esta pregunta:

¿Él lo estará pasando igual que yo de mal?

Que egoísta soy, obviamente bastante peor. Esta aguantando cada minuto, cada segundo por estar viviendo. Esta siendo fuerte. Luchando por quedarse y vivir una vida como lo haria cualquier hombre normal.

Sara me abrió la puerta de la UCI y me invito a entrar. Sara y yo íbamos juntas, al mismo compás dando pasos silenciosos. No queríamos despertar a la seguridad. Caminábamos a lo largo de un pasillo en penumbra, ya casi tirando a oscuro. Provocaba un efecto tenebroso en nosotras y nos asustábamos con cualquier sonido estraño. Decimos que los hospitales antiguos abandonados dan miedo, pero lo estoy comprobando, un largo y oscuro pasillo de hospital donde se escuchaban alaridos y alguna que otras pisadas era igual de aterradores.

Ya en el fondo del corredor y me pare en la cristalería que daba a una habitación. Mi corazón se encogió al verle y la poca alegria que me quedaba se esfumó. Ante la escena mis ojos se aguaron:

Hugo estaba tumbado en una cama, con una escayola en su pierna derecha y otra en su brazo izquierdo. Alrededor del cuello tenia colocado un collarín. Su cara estaba llena arañazos, si labio estaba roto y además tenia un corte profundo en la mejilla izquierda que se veía bastante mal. Miles de tubos salían de él, y dirigían sus datos a miles de aparatos que rodeaban su cama. Entre ellos identifiqué el respirador artificial y el medidor de sus constantes vitales.

Me sentía acobardada por todo, no podía hacer nada por ayudarle, él estaria dormido sin escucharme, él había salido muy mal parado del accidente que yo pude haber evitado. Que el estuviese así es por mi culpa. No podía entrar, no tenia el suficiente valor como que me mirase a la cara y no odiarme, aunque no me fuese ni a ver, ni a escuchar, estaba en coma. Se me hacia un nudo en la garganta más que pensarlo.

Sara me abrió la puerta y me lanzo una sonrisa reconfortante, después de todo es lo único que puede hacer ahora. Entré en la habitación y me pare. Era duro ver depender de esas máquinas a la persona que darías tu vida por salvarla.

Soltando un suspiro en un intento de tranquilizarme, me acerque a él y le cogí su mano. Estaba fría, y la acerque a mi pecho para intentar calentarlas a la vez que le dabas besos desesperados y torpes.

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