Capítulo 1

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— Hermione, él es Draco — señaló su madre. Y francamente, no dejaba de mirar al niño acostado en su cama. Se veía bastante delicado, bastante pálido, pero eso no opacaba su amigable sonrisa que le dedicaba especialmente para ella — Quédate con él — le indicó feliz — Yo iré a platicar con Narcissa al jardín. Y espero que cuando regrese, ya sean amigos.

Así se marchó, dejándola sola con el pequeño enfermo. Sus padres habían charlado con ella previamente a su visita y esperaba que no la obligaran a estar con él demasiado tiempo, no quería que le pegara esa rara enfermedad.

— ¿Y tú eres... mi nueva amiga? — preguntó con inocencia.

— No, no soy tu amiga. Sólo vengo de visita — contrastó de inmediato, por lo que miró de reojo como Draco trataba de acomodarse en su cama.

— De todos modos, gracias por estar aquí.

Sabía de antemano que ser cruel le generaba la antipatía de muchos niños, y también les provocaba temor a las niñas, pero extrañamente Draco era indiferente a ese carácter frívolo y desdeñoso.

— ¿Y por qué estás en cama? — se atrevió a preguntarle — ¿Por qué no sales a jugar como tu hermano?

— Hyperion no está enfermo, Hermione — respondió tranquilo — Y estoy en cama porque pronto voy a morirme.

— ¿Y mientras te mueres, no prefieres salir a jugar un momento?

— Sí, sí quiero — admitió con una sonrisa triste, antes de que la tos comenzara de nuevo — Perdón, no quiero asustarte, será mejor que vayas con Hyperion.

— No...— negó con extrañeza mientras tomaba un libro del estante y se sentaba a su lado — Aquí estoy bien.

Sonrió. Jamás alguien se había quedado más de diez minutos platicando con él, ni siquiera su hermano y menos sus padres, que ya esperaban con impaciencia a que se muriera, o tal vez sólo malinterpretaba las palabras de sus progenitores en las discusiones de cada mañana.

Sin embargo, eso no lo deprimía y sabía que aun cuando viviera recluido en esa habitación, no se dejaría caer, y esperaría pacientemente a cerrar los ojos. No lloraría y sería feliz sus últimos días, que con el pasar del tiempo se convirtieron en años. Por eso se extrañó de ver que alguien abría la puerta y traía a una pequeña y hermosa niña.

— Y hay un lago — relató la pequeña castaña de ocho años — Quise tomar una foto, pero mi madre no quiso prestarme su cámara.

Cómo olvidar que a partir de esa visita, Hermione Granger continuó frecuentando su casa y cada vez que lo hacía le llenaba de emoción todo lo que le contaba. Además que entre ellos había una especial conexión y eso podía notarlo cuando Draco celosamente trataba de robarle la atención de la castaña, que muy difícilmente conseguía para él, puesto que Hermione se notaba entregada de lleno a su amistad.

— Quiero pasear contigo — declamó con firmeza — Sal conmigo.

Miró a su enfermera que estaba parada en la puerta como soldado de guerra y después contempló el gesto suplicante de Hermione.

— Bien, pero... más tarde, cuando ella no nos vea — sugirió el rubio, ella simplemente se recostó a su lado. 

Te amaré por siempre [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora