Capítulo 8

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Sin embargo, lo siguió. Y alentó su sueño de comprar una casa, un espacio propio. Vio dos propiedades que se alzaban en el millón de dólares se horrorizó de ver tal cantidad de dinero desperdiciado, hasta que ambos optaron por una casa pequeña con un gran y enorme jardín.

Realmente amaba esa casa, cada espacio, escalón y puerta era un bello mausoleo, especialmente cuando miró los marcos de las ventanas. Toda la iluminación era perfecta. Draco se sentó de frente a la enorme ventana que daba al jardín y sonrió complacido. El precio rayaba en lo razonable y aún le quedaba mucho dinero que gastar.

— ¿Cómo te sientes? — se acercó a preguntarle al notar su gesto de dolor.

— No es nada, solo me duele un poco la columna — pronunció con una sutil sonrisa — Pero estoy feliz, al fin tenemos algo, después de tantos años...

— Sí, y no volverás a trabajar en ningún establecimiento — aclaró Hermione tomando su mano — Ya no más

— No, aún puedo trabajar — reprochó divertido — además, ¿quién mejor que yo para preparar almuerzos y servir cafés?, al mismo tiempo es muy sano para mí.

Por supuesto que no, vivía al límite, y llegaba tan cansado que apenas tocaba la cama dormía profundamente. Aun cuando la acompañara diario al trabajo, siempre que salía era un logro ver a Draco tan feliz y entero, como si su cuerpo fuese tan jovial como su mente.

— No, Draco, ya no.

— Vamos, Hermione, apenas tenemos veintiocho años — alegó interesado.

— Sí, eso es precisamente lo que digo. Lleva tu vida más tranquila, nos quedan muchas cosas por hacer juntos — alegó bastante molesta — Tengamos un bebé...

¿Cuánto tiempo tenía sin tocarla? Varios meses, sí, llevaba un buen tiempo sin tener relaciones con ella. Y no por gusto, sino porque le dolía muchísimo hacer un esfuerzo como ese, pero no quería decírselo, que a raíz de la operación, todo, o mejor dicho su cuerpo ya no funcionaba tan bien como antes.

— Sí, ya es tiempo de tener un bebé — afirmó sin dudarlo.

Inevitablemente, recordó la forma tan sorpresiva en que perdió su primer bebé y también la manera en que ocultó esa información. Sonrió con nostalgia, tanto tiempo preocupada por la salud de Draco, que pasó por alto que ya llevaban varios años de casados y no tenían ni un solo niño.

— Así que esta es la casa — escuchó la voz de Harry — Incluso yo me quiero quedar a vivir aquí.

— Es cierto, se ve muy bien — añadió Fred llevando un paquete de cervezas.

— Claro, yo la escogí — respondió orgullosa como siempre.

Y eso le fascinaba a Draco, que dejara de preocuparse de cómo estaba por seguir adelante con la vida. Agarró una lata que Harry le dio, misma que Hermione le quitó por el medicamento que estaba tomando.

— Lo siento, pero no puedes tomar. El médico lo prohibió.

Te amaré por siempre [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora