Capítulo 7

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Permaneció tres días en cama del hospital, asegurándole que no iban a cobrarle más por el servicio. Dada su perdida, ¿qué más podía esperar?, hasta que alguien conocido tocó su puerta. Aquel hombre que hacía años no veía: Fred. Se acercó y sin pensarlo mucho lo abrazó y lloró en su hombro.

— Tranquila, estoy contigo — le aseguró Fred — Puedo ayudarte a pagar el monto de la operación.

Sí, eso era lo que más necesitaba ahora, pagar la operación de Draco. Lo demás no importaba, ni siquiera su estado anímico, cada día más sobre-cargado de emociones. Toleraba todo, y trabajaba todo el tiempo que le era posible, aunque sea en un museo cercano al hospital. Le importaba mucho pagarle cada centavo a Fred y ver a Draco de nuevo andar tranquilo.

— La operación ha sido un éxito — afirmó contento el doctor — En un rato lo pasamos a cuarto, y podrá verlo.

Se veía tranquilo, tan pasivo cuando dormía, porque ahora sólo eso hacía. Aun cuando todo su estómago estaba fuertemente vendado. Sólo eso era suficiente, verlo respirar era lo único que pedía. Tomó su mano y la besó. Jamás pensó ser tan dependiente de él, pero lo era, en verdad lo era a tal grado que no quería vivir si él moría.

— Estás aquí... — pronunció agotado.

— Por supuesto tonto, no podría dejarte así porque sí — le respondió con ferviente ternura.

— No debiste...

— Cállate o te golpeó, Draco — le amenazó conmovida.

— No... así está bien. ¿Sabes? Soñé contigo.

— Yo también — aseveró firmemente — Teníamos un bebé.

Aunque eso en realidad era más que un sueño, era un verdadero anhelo, mucho más cuando él pudo volver a caminar y a la vida cotidiana. Sólo que las indicaciones de los médicos eran demasiado claras al revelar su verdadero estado de salud. Algo que a él parecía no importarle, cuando caminaba de la mano con Hermione, o incluso cada vez que la esperaba al salir del trabajo.

— ¿Llevas mucho tiempo afuera? — cuestionó la castaña posando sus manos sobre su cara, especialmente por notar el viento helado.

— No mucho, quería darte una noticia importante — reveló muy feliz — ¿Recuerdas el empleo que dejé el año pasado? Pues un hombre viejo me miró ahí y me dejó una gran propina, ese hombre era millonario, y ahora que desgraciadamente murió... me ha dejado un poco de dinero.

¿Eso era cierto? ¿Y un poco? Cuando vio el cheque, casi se cae al notar la cantidad de ceros que tenía ese papel. No sólo pagaría todas sus deudas con el hospital, con Fred, sino que conseguiría al mejor médico para Draco, para saber qué podía hacer con su enfermedad, pero antes que consiguiera tomar el teléfono, el rubio la detuvo.

— Nadie puede hacer nada por mí, cielo — pronunció con tanta entereza y tranquilidad que le asustó la resignación.

— Algo debe de haber, Draco, y este dinero lo vamos a usar para eso — aclaró decidida — ¡El médico dice que tu caso es especial, que de ser otra persona ya estarías muerto desde hace mucho, así que...!

— También sabe, que mi cuerpo aguantará hasta agotarse, aunque mi mente quiera seguir viviendo, y a pesar de que tú seas el motivo que le da fuerzas a mi vida, un día, Hermione, voy a morirme — le explicó con auténtica devoción, sobre todo cuando lo hubo meditado toda la tarde — No voy a torturarte en cada hospital, ni limitarte a que veas paredes blancas, ya he vivido toda mi niñez y mi adolescencia encerrado en un cuarto, no me pidas que abandone la vida que llevamos sólo por unos minutos más.

No, no eran unos minutos más, eran días, podrían ser años. Muchos incluso. Y en verdad no sabía qué decirle, ya que en sus ojos había emoción por otras cosas antes que pensar en su salud, se notaba. Percibió como tomó su mano y caminó a casa, el viejo cuarto que llevaban rentando desde hacía muchos años por lo barato de la zona.

— Ahora podemos comprar una casa — dijo emocionado el castaño — ¿quieres algo grande, espacioso, cómo lo quieres?

— Quiero que envejezcas conmigo — dijo al borde del llanto — Draco...

Lentamente, el rubio la cobijó en sus brazos y respiró en pausas, esperando que todo el aire de sus pulmones llenara el espacio entre su realidad y la mentira. Entonces Hermione comenzó a llorar mientras se aferraba con sutileza a su camisa.

— Compraremos una lavadora, dejarás de lavar a mano. Habrá un bonito estudio para que pintes...un jardín, una televisión grande de alta definición. Tendremos una cama grande, Hermione — describió emocionado el rubio — Y tal vez hasta podamos viajar...

— Y al final.... Me dejaras sola — concretó con desesperación — No, he dicho que no. Vamos a ir a Alemania a ver a un médico, a donde sea necesario, pero vas a curarte.

— Aún no existe alguien que siga vivo con esta enfermedad — dijo enternecido mientras le secaba las lágrimas — Por favor, Hermione, siempre hacemos lo que tú dices. Ahora déjame a mí decidir en algo.

— Es como pedirme que deje de respirar...

Te amaré por siempre [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora