— ¿Y qué no prohíbe ese médico? — ironizó Harry.
— Tener amigos borrachos como ustedes — le espetó de lleno — Creo que nadie debería tenerlos.
Pero los tenían y poco a poco invitó a más personas a la casa, hasta que su círculo de amigos creció. Ahora nadie los desdeñaba por ser pobres. Nadie. Tenía reuniones, comidas en el patio trasero y celebraban gustosos, aun cuando siempre tosía demasiado.
— ¿Quieres un poco de agua?—le ofreció Gregory.
— No, estoy bien, muchachos, no se preocupen — agradeció de inmediato, especialmente cuando todos pararon de golpe sus acciones.
— Sí, es demasiado caprichoso para que alguien que no sea yo lo atienda correctamente — añadió Hermione sentándose a su lado.
Harry miró con atención la forma en que la castaña tomaba la mano de su esposo para besarla y él sonreía extasiado por el amor tan notorio que irradiaban como pareja.
— Ustedes sí que parecen un par de ancianos — se quejó Harry de buena forma, aunque eso no evitó que Hermione le golpeara la cabeza.
— Eso se llama envidia — admiró Gregory — Y valor para decir lo que piensas.
— Es la pura verdad. Además ¿cuando piensan tener niños?, esto se ve sólo cuando no estamos nosotros — pronunció con entereza Fred — Pueden adoptar, además no tendrían ninguna queja.
Era una buena sugerencia, sólo que...
— No, no necesitamos de niños, con nosotros basta y sobra — eludió con firmeza Hermione.
— ¿En verdad? — preguntó Neville — Aún estás a muy buena edad, tienes casi treinta.
Por supuesto que tenía tiempo para embarazarse, pero dejó de intentarlo cuando notó el esfuerzo descomunal de Draco por tratar de tener relaciones tan seguido. Y no quería forzarlo en ningún sentido, para nada. Motivo por el cual adoptó esa idea como única, y propia, porque era lo que había escogido y eso Draco lo sabía.
— Vamos, Hermione, sé que hay un buen orfanato, ahí hay bebés de todas partes del país...
— No, claro que no, no lo digas ni de broma — se quejó — No tengo tiempo y paciencia para cuidar a un niño.
Abrazó su cuerpo delgado y siguió bebiendo el agua de sabor que Fred le había proporcionado en un vaso. Todo mientras Hermione seguía discutiendo con los demás esa idea que le dolía en el alma no poder realizar. Y se hubiese sorprendido de cualquier cosa, menos de la frialdad con que lo tomaba.
— Deja eso, debes de estar cansada — le dijo al mirarla recoger los platos, la basura y todo cuanto hubo para festejar su cumpleaños.
— ¿También piensas que soy una anciana? — le preguntó directamente.
— No, sólo quiero irme a la cama temprano — pronunció en una forma bastante seductora.
— ¿Temprano? Son casi las once de la noche — describió Hermione interesada en ese repentino juego — Y tienes consulta mañana, no me perdonaría por nada que te perdieras esa cita.
— Me las perdería todas, sólo por estar contigo un rato más — respondió besando sus labios reiteradas veces — ¿vamos a la cama?
Entonces no puede evitar abrazarla y rodear su cintura con verdadera vehemencia. Esta vez promete, mentaliza, será diferente. Y lo hará sólo por ella, que no será quien se monte encima de él y lleve todo el trabajo, mucho menos quien se desvista para acurrucarse por completo a su lado.
Sus manos pasan por sus pechos y no puede creer la pasión desatada de Draco. En verdad no lo comprende y menos cuando se ha deshecho de sus bragas para estimularla directamente con sus dedos.
— Sólo dime que no te estás despidiendo de mí — le susurra en medio de un minuto de cordura.
Levanta su cuello y enfrenta la mirada libidinosa de Hermione. Su respiración se agita, eso es tener verdadero sexo, no el tormento por el que la hace pasar cada noche mientras pose paños mojados en su espalda, y mucho menos cuando lo cuida por la fiebre alta. Esta vez él es quien provoca en ella una verdadera calentura y la sienta en un banco alto, donde tiene total acceso a su intimidad y le proporciona un espacio intermedio para su dolor y su lujuria.
— No, no me estoy despidiendo de ti — le comenta excitado — Sólo déjame recompensarte por tantos años de incondicionalidad.
ESTÁS LEYENDO
Te amaré por siempre [Dramione]
FanfictionPodrá nublarse el sol eternamente; Podrá secarse en un instante el mar; Podrá romperse el eje de la tierra Como un débil cristal. ¡Todo sucederá! Podrá la muerte Cubrirme con su fúnebre crespón; Pero jamás en mí podrá apagarse La llama de tu amor...