2. El aeropuerto

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CAPÍTULO 2

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CAPÍTULO 2

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04 de Marzo 2019

William Wilson

El aeropuerto de Los Ángeles es uno de los más concurridos que jamás vayas a presenciar. Ejecutivos, pilotos, oficiales, en fin... todo el tipo de profesiones y personas que puedas imaginar caminan a paso veloz por este lugar. El sonido de los aviones despegando hacia un destino que puede que jamás hayas pisado, el olor a comida rápida y el ruido de las ruedas contra el suelo es todo en lo que me puedo concentrar.

— ¿Llevas tu crema hidratante?—mi madre pregunta, leyendo aquella lista que hizo para verificar que no olvidará nada.

Un poco excesivo si me preguntan pero así son las madres, ¿no?

—Si—afirmo.

— ¿Bloqueador solar?

—Si.

— ¿Shampoo, acondicionador y jabón?

—Si, llevo todo.

— ¿También llevas ropa interior, tu pijama, o tu...?

— ¡Madre, llevo todo!—exclame, interrumpiéndola.

Mi madre estaba a punto de volver a regañarme, pero es interrumpida cuando ambos escuchamos la risa de mi padre, haciéndome rodar los ojos.

—Cuídate mucho hijo—mi madre dice, olvidándose de lo que acababa de pasar hace tan solo un segundo, tocándome impacientemente la cara.

—Si, estaré bien—estaba comenzando a hartarme.

—Nada de drogas ni de alcohol William—de un segundo a otro deja su sonrisa y lágrimas para apuntarme con el dedo.

Grito exasperado. Estaba cambiando de emociones cada milisegundo.

— ¿Ya me puedo ir?—señale la puerta de abordaje, ella la mira, sus ojos se vuelven a cristalizar y me abraza.

Mi padre ve la escena, divertido, mientras toma de la coca-cola en lata que se compró hace unos momentos en alguna de las maquinitas expendedoras del aeropuerto.

—Ayúdame—module con la boca hacia su dirección, él niega con la cabeza, colocando su mano en el hombro de mi madre.

—Cynthia, ya tiene diecinueve—le dice—, ¿Qué vas a hacer cuando dentro de unos meses se largue a la universidad?—le pregunta, haciéndola retroceder.

Sus mejillas están sonrojadas y por ellas resbalan sus lágrimas.

¿Por qué no tengo una madre normal?

—Es mi bebe—ella solloza, señalándome.

Dios mío.

Después de que perdiera mi dignidad justamente hace unos días, mi madre llegó a la conclusión de que esto me ayudaría ya que necesitaba un nuevo aire y una distracción, mi padre no ha parado de hablar de este viaje desde que accedí a asistir. Un poco irritante la situación si me preguntan.

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