Capítulo 7. Simulacro.

460 33 6
                                    

Nuestro ánimo se inclina a confiar en aquellos a quienes no conocemos por esta razón: porque todavía no nos han traicionado.

Samuel Johnson (1709-1784) Escritor inglés.

Desperté totalmente desubicada y asustada, buscando el interruptor de la lámpara de noche que estaba sobre el buró contiguo.

No tenía que verme en el espejo para saber que era un desastre.

Sentía los ojos  completamente hinchados y la garganta seca.

Me dolía todo el cuerpo cómo sí hubiera sido apaleada.

Y no sabía dónde rayos me encontraba.

La habitación era muy grande, había una enorme ventana en la pared del lado derecho cubierta por unas largas cortinas color beige y rojo.

Todo estaba perfectamente ordenado excepto por una chaqueta azul y unos viejos converse negros tirados en el suelo.

¡Claro! , son míos.

La puerta de la habitación se abrió de pronto y todas mis dudas se disiparon.

— ¡Hola! ¿Cómo amaneciste?

Era Jared, cargando una charola con un plato de hot cakes, fruta  y un jugo de naranja.

—  Me siento terrible y no sé porque. Ni siquiera sé que hago aquí.

Jared se mordió el labio inferior y desvió la mirada. Algo andaba mal.

— ¿Qué sucedió?

— ¿De verdad no lo recuerdas?

— ¡No! Jared, ¿Qué sucedió?

— Me gustaría que comieras algo antes de hablar.

— ¡No! Dime que fue lo que paso, ¿Hice algo malo? — la preocupación salía por mis poros, ahora estaba más nerviosa que antes.

En su rostro podía ver una mezcla de preocupación y ansiedad, parecía confundido sobre contarme o no lo sucedido.

— Esta bien te diré — Soltó un sonoro suspiro — Ayer llegaste al departamento, eran casi las 11 de la noche, estabas muy pálida, tenías la mirada perdida y los ojos llorosos. Apenas abrí la puerta, te lanzaste sobre mí llorando fuertemente. Me asuste, creí que te había pasado algo.

Sentí mi garganta secarse aún más. ¿Qué había pasado?

— Intente calmarte, preguntarte porque estabas así, pero no parabas de llorar. Solo balbuceabas palabras entre gritos y sollozos.

— ¿Qué palabras? — logre decir a pesar del creciente nudo que se encontraba en mi garganta.

— Dijiste, “Ella me odia, no quiere volver a verme” “¿por qué, mamá?

En ese momento, sentí que un huracán de recuerdos volvía a mí. Y entonces la vi, mi madre gritándome cosas horribles, cosas que nadie jamás debería decir.

Mis ojos comenzaron a ponerse acuosos, mientras el nudo en mi garganta crecía amenazando con asfixiarme.

Jared lo notó y dejó la charola de lado para abrazarme.

—  Lo siento mucho Alexa, estabas muy mal y te di unos tranquilizantes, eso debe haber hecho que lo olvidaras.

Mi madre me había echado de la casa, siempre teníamos peleas y en algunas ocasiones lanzaba cosas y desordenaba la casa pero lo que pasó ayer no había sucedido antes, nunca vi tanto odio en su rostro y nunca me había echado de la casa.

Simulacro de amor©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora