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La misma noche que se confesaron —si es que a aquello se le podía llamar confesión— fue la misma noche en la que durmieron juntos.

—Oye, ¿qué estás haciendo? —Itadori le cortó el paso hacia su cama, alzando la voz más de lo necesario. —No irás a dormir conmigo, ¿verdad? ¿No es eso infidelidad?

Megumi notó el calor subiendo violentamente a sus mejillas y se abrazó a sí mismo, confuso. Siempre, desde que tenía memoria, su mejor amigo y él habían dormido juntos cuando estaba de visita en su apartamento y, cuando era al revés, le dejaba un colchón, aunque al final se quedaban desplomados el uno junto al otro, con una consola de videojuegos encendida en el centro.

De hecho, incluso llevaba su pijama con lunares de colores, ya que se le había olvidado meter el suyo en la mochila que llevaba a modo de maleta cuando pasaba el fin de semana con los hermanos. Tragó saliva, alzando la mirada para posarla en Sukuna, que fumaba un cigarro en la litera de arriba y lo apagaba con lentitud en un cenicero, devolviéndole la mirada con inquietud.

Sin embargo, tenía su punto y tal vez algo de razón.

—Pero, aún no somos novios. —Argumentó. Realmente le gustaba dormir con Yuuji porque era como un radiador y no se movía demasiado. Vio cómo el chico de arriba se daba la vuelta y se tumbaba, quizá algo dolido y supo que la había cagado. —¿No puedo dormir con los dos?

Tampoco supo qué decir cuando su amigo puso aquella mueca que mezclaba asco y asombro. Se sintió empujado y presionado para subir las escaleras de metal de la litera, y estuvo a punto de quejarse cuando una mano alzó una de sus rodillas, obligándole a tomar la opción de subir o, sino, dejarse caer hacia atrás.

—¿¡Con los dos!? ¡Joder, Megumi! —Exclamaba Itadori, riendo en voz exageradamente ruidosa para molestar al mayor a propósito. —¡Sabía que te iban esas cosas, lo sabía!

Lo cierto era que Fushiguro le gustaba. Le gustaba sin razón alguna; su piel y su color de ojos, su estilo de moda, su forma de hablar y aquello era completamente normal porque... ¿A quién no le gustaba Megumi Fushiguro? Sin embargo, Yuuji se consideraba incapaz de tener una relación, siempre distraído y ocupado con diez mil cosas a la vez. Lo único que quería era que fuera feliz, pues no se imaginaba a su lado románticamente hablando. Eran amigos y no le importaba dormir con él o abrazarle, ser cariñoso y ayudarle con lo que fuera. Lo adoraba y le parecía una persona bonita, alguien que merecía la pena en medio de un mundo de mierda.

Por ello, lo primero que hizo fue mandarle unos ocho, o setenta —uno arriba, uno abajo— mensajes a su hermano amenazándole con todo lo que se le ocurrió.

Idiota, 24:03h

Y el pijama es mío, así que piénsalo bien antes de atreverte a manosearle—

Sukuna apagó la pantalla con un suspiro, mientras Megumi pedía permiso en voz baja, muy baja, extremadamente baja, como si tuviera mucha vergüenza de hacerlo, para tumbarse con él.

—Claro. —Gruñó, intentando cubrir el hecho de que hacía tan sólo unos segundos estaba hiperventilando de pánico porque, joder, iba a estar a su lado, iba a poder ver cómo cerraba sus dulces ojitos y relajaba sus preciosos rasgos. —Ponte donde quieras.

Ni que hubiera demasiado espacio en el que tumbarse. Se podría decir que ocupaba bastante, así que se apartó y se apegó a la pared para dejar que se acomodara, evitando mirarle directamente. Su brazo rozó uno de sus hombros y apretó la mandíbula, observando el techo mientras trataba de controlar su propia respiración y ordenar sus pensamientos.

Sweetness || SukuFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora