07

18.6K 2K 1.1K
                                    

Años antes

Sukuna creía bullir de rabia cuando su hermano hacía aquello.

Mientras él se limitaba a mirar, sintiéndose un inútil, el otro tomaba a Megumi de la mano y lo paseaba de aquí para allá, le hacía cosquillas y se acercaba demasiado. Sabía por qué lo hacía, porque quería que diera el primer paso, que se atreviera a entablar una conversación con su bonito amigo, pero no era capaz.

—Oye, Meg, ¿ya has dado tu primer beso? —Le escuchó decir, desde la parte de abajo de la litera. Había un tono de burla casi imperceptible en su voz, que sólo ambos sabían reconocer.

Un par de segundos en silencio, junto a algo revolviéndose, pues oyó el colchón chirriar. Le dio otra calada nerviosa al cigarro, cerrando los ojos. Odiaba tanto que se quedara a dormir en su apartamento y, sin embargo, amaba todo lo que viniera de sus preciosos ojos, que parecían querer hundirle en un profundo abismo.

—No. —Aquel débil murmullo no pasó desapercibido. Su voz era tan calmada.

Recordaba que Itadori le había amenazado, le había dicho que lo torturaría hasta que tuviera el valor de confesarse. Y estaba tan celoso que quería llorar. Frustrado, se dio la vuelta, apagando el cigarrillo en el cenicero, que dejó sobre la balda más alta de la estantería de al lado.

Miró hacia abajo disimuladamente.

La pálida luz de la Luna iluminaba la piel de porcelana, aquellos labios de seda y las pestañas rizadas. Ahogó un suspiro, pensando en que debía de ser suave y tener el mismo tacto que el algodón. Su hermano le hablaba al oído y el chico sonreía, se mordía la lengua, como si lo que le estaba contando en secreto fuera realmente divertido o prohibido.

—Oye, tú. —Yuuji se dirigió a él con desprecio, cazándolo. Su amigo también se dio cuenta de la forma en que los mechones castaños colgaban de la litera de arriba. —¿Tanto te interesa lo que hacemos?

Megumi le propinó un codazo amistoso, ya que no le gustaba que ambos se llevaran mal.

—Hacéis mucho ruido, maricones de mierda. —Soltó, con una mueca. Volvió a una postura normal, escondiendo la cabeza entre las sábanas. Tal vez se había pasado, tal vez el chico bonito jamás le haría caso por lo brusco que era. —Yuuji, tu amigo tiene sueño, se le nota en la cara. Déjalo.

Nunca lo pudo ver, pero un tono rosado pintaba las graciosas mejillas del que, años más tarde, sería su novio.

⋆★⋆

Lamentó al instante el no poder haber sido testigo de la peculiar forma que tenían los colores del amanecer de adherirse al cuerpo de Megumi. Pues, cuando Sukuna despertó, lo hizo completamente molesto por la luz del Sol, que ya reinaba en el cielo despejado, junto a alguna que otra nube de algodón.

Se frotó los ojos con un lamento, intentando enfocar algo coherente, a parte de la pared de enfrente, quizá al chico que descansaba a su lado. O no tanto, porque su novio reía en voz baja, tapándose la boca mientras miraba su teléfono y tecleaba en él.

Gruñó, llamando su atención. Aquello pretendía ser un buenos días.

—Bonito. —Fushiguro se limitó a acariciar su rostro, antes de volver a teclear.

Tomó aquella mano que se alejaba y la mantuvo contra sus labios, pero no le hizo caso. Besó su dorso y luego se apegó a él, mordisqueando su hombro desnudo.

—¿Con quién estás hablando? —Preguntó, por curiosidad. No quería mirar directamente el chat porque creía que aquello era de mala educación y respetaba su privacidad.

Sweetness || SukuFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora