Capítulo IV

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Mientras la chica esperaba a su padre en el aeropuerto, alguien le tocó el hombro.

-¿Olivia Leithold? Buenas tardes, soy Dante. No sé si me recordarás.-un hombre algo canoso, de ojos azules iguales a los de su hijo, alto y de unos 50 años.
-Oh, hola señor Russó, claro que lo recuerdo.-sonrió estrechando su mano.

Detrás del hombre apareció Liam, quien saludó a la chica, y ambos fueron amables pero cortantes a la vez. La tensión podía sentirse, y Dante propuso una pregunta para eliminarla.

-¿Qué te parece Londres? ¿Es como la recordabas?-sonrió amigablemente.
-Realmente es igual de bonita que como la recordaba. Aunque no venía desde los 12.-respondió.
-Oh, claro. Recuerdo como jugabais con Liam en uno de nuestros jardines. Tu madre y Alessia eran muy buenas amigas.-recordó nostálgico.

Al poco tiempo de terminar la conversación, el padre de Olivia ya estaba estrechando la mano de Dante.

-Cuanto tiempo, Nick.-saludó su amigo.
-Muchos años a decir verdad.-ambos rieron. Su amistad estaba basada en sus negocios en conjunto, y desde que Dante se mudó de joven a Londres, mantuvieron su contacto a distancia.
-Hola, princesa.-saludó a su hija delicada y cariñosamente.

Realmente Olivia era su debilidad, su ojito derecho. Ella abrazó a su padre y los 4 se dirigieron a la enorme mansión Russó. Durante el camino, con sus padres delante en sus conversaciones habituales, los dos jóvenes se rindieron ante un silencio incómodo, donde individualmente se sumergieron en su móvil.

Al llegar, todos se sientan a la mesa mientras varios sirvientes colocan la vajilla para la cena.

-¿Que tal Londres, hija?-preguntó Nick, con una copa de vino en su mano.
-Bien, hoy he terminado la inscripción de la universidad, y ya he hecho dos amigos.-sonrió.
-¿Ah si? Que bien. Cuéntame de ellos.-no era una pregunta inocente, sino que estaba en búsqueda de información para ver con quien se relacionaba su hija.
-La chica que vive en el piso de al lado, Katherine Taylor. Estudia Teatro en mi universidad.
-¿Taylor? Me suena. Sus padres son inversionistas en obras de arte, ¿los recuerdas, Nick?-recordó Dante.
-Claro, es una buena chica por lo que sé.-respondió relajado.

Olivia suspiró. Estaba cansada de que sus amistades se cataloguen como mejores o peores según sus padres y su relación con el suyo. Pero tener esta vida tenía sus consecuencias, y se debe estar alerta constantemente.

-El otro es Samuel, no sé su apellido pero...-siguió explicando ella, aunque Dante y Nick la miraron atónitos.
-¿Samuel?¿Que Samuel?-preguntó Dante con el ceño fruncido.
-Sam, papá.-Liam respondió dejando los cubiertos en la mesa, mirando a su padre. Olivia no estaba entendiendo la situación.
-¿Samuel Russó, Olivia?-preguntó Nick a su hija. Ella intentó unir cabos aunque no lo consoguió.
-Es mi hermano, Liv.-Liam respondió, nervioso. La chica casi se atraganta con la comida al escuchar eso.
-Es una larga historia, pero simplemente no te acerques a él por el bien de esta familia, Olivia.-su padre la miró fijo a los ojos. Su mandíbula estaba tensa.
-Sam es un buen chico papá, no lo metas en esto.-se levantó de la mesa.
-Olivia, no te puedes ni imaginar las cosas que se ponen en juego con el simple hecho de que hables con Samuel.-respondió Nick con la voz un poco más alterada.

Ella salió de la casa, se sentó en el jardín, y encendió un cigarrillo. A su lado, Liam.

-Sé que necesitas explicaciones, y que estás confundida.-suspiró él.
-¿Quieres uno?-Olivia le extendió un cigarro, a lo que él accedió.
-Cuando mi madre murió, Sam se sentía solo. Ella era igual de sensible y pura que él. Un mal negocio de mi padre llevó al secuestro y posterior asesinato de mi madre. Sam nunca se lo perdonó, y decidió irse a los 15 años de intercambio a California, y al ser mayor de edad empezó a trabajar y estudiar independientemente de mi padre. Ahora solo nos tratamos como conocidos, y solo si mi padre no está delante.
-¿Y en esa historia, cual es la razón para el odio a Sam?-ella seguía con más preguntas que respuestas.
-Samuel tiene un trato con el FBI, y es que si consigue descubrir todo lo que tu padre y el mío se traen entre manos, le darán un cargo en la fuerza. Yo estoy igual de sorprendido que tú. Por esto ayer debí cenar con mi padre y estar al tanto de la situación, y por esto mismo Nick vino de forma tan apresurada a Londres.
-¿Entonces todo lo que Samuel ha intentado conmigo ha sido para sacarme información?-ella estaba alterada, sin poder creer lo que estaba pasando. Él solo miró al suelo, dándole la razón.
-Sé que te gustaba, pero...
-No me gustaba, Liam. Era mi distracción y mi forma de obligarme a llevar una vida rutinaria y normal. No sé que pretendía con eso, si al final del día mi vida nunca será tranquila y relajada.

Entre toda esa descarga de emociones y sinceridad, Liam la besó. De repente todas las preocupaciones dejaron de existir por un segundo. Sus cuerpos parecían ser imanes, fue algo asombroso.

-Perdón por interrumpir.-Dante aclaró su garganta y cruzó sus brazos.-Liam, hijo, ¿podemos hablar?

El chico asintió y entró a la casa, y Nick salió con sus manos en los bolsillos, se mantuvo de pie mirando de costado a su hija, sin realmente saber que decir respecto a su discusión.

-No digas nada, papá. Ya soy consciente de que para tí sigo siendo la misma niña de 12 años. Siempre debo estar apartada de tus negocios turbios aunque me afecten directamente.-ella fue cortante, dura. No se permitiría sensibilizarse frente a él.
-Olivia, ya sabes que esto dependerá de tí una vez yo no esté. Necesito tiempo para prepararte, para enseñarte todo lo que aún no he tenido tiempo de hacer. Tienes razón, te he intentado mantener al margen lo más posible para que puedas vivir lo que debería una joven de 20 años, pero ya va siendo hora de que te enteres de que va esto.

ÉxtasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora