XII

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13 de abril,1914
Ensal:

Mis padres insistieron en que los acompañara a ver a esa bruja porque no podía quedarme solo en casa según ellos. Esto estaba yendo demasiado lejos, entendía a mi madre y el anhelo de dar a luz, pero esto más que anhelo ya se había convertido en una obsesión. Y aquí me encontraba, siguiéndolos tras las largas calles de este pueblo tan,pero tan callado y tranquilo que me causaba escalofríos. Los tacones de mamá resonaban contra el suelo, papá iba a su lado y yo un poco más atrás. Cuando pararon frente a una pequeña carpa roja y se dispusieron a entrar, yo me detuve en seco. Había escuchado muchas historias de terror en las que carpas, adivinas, brujas o lo que sea, eran un plano bastante bien armado para crueles asesinatos, misterios desgarradores y en la mayoría de las ocasiones, contactos con el más allá.

- Ensal, vamos, no tenemos toda la tarde- habló mi padre firme como de costumbre, mi miedo ante todo esto se quedaba pequeño delante del respeto que sentía hacia mi padre. Así que entré.

Una señora bastante avejentada, con arrugas en su rostro y un poco encorvada, nos hizo pasar y nos indicó donde estaba la "Gurú". Cuando la vi me petrifiqué, era la mujer más bella que había visto en toda mi vida, su piel morena, cabello negro oscuro tal cual la noche hasta por debajo de sus muslos, ojos grandes de color verde claro , pestañas largas y de moldura delgada. De pronto se rompió el encanto cuando un fuerte temblor azotó al suelo de la pequeña habitación. La mesa de la vidente se sacudió con fuerza y un viento frío penetró el lugar. Sentí ganas de vomitar, me mareé y pude divisar como mi madre se encontraba en una situación peor, la figura de una anciana, aún más avejentada que la que nos había recibido, surgió de entre las sombras, apoyada de un bastón, al parecer había perdido la vista. Se sentó en una pequeña almohada que descasaba en el suelo, el cual ya había parado de rugir y palmeó a su lado para que me madre tomara asiento junto a ella. A penas tomó la mano de la susodicha abrió sus ojos con horror, el vaso de cristal que sostenía con un líquido bastante raro, se le resbaló y se hizo pedazos. Con la mano, ahora, vacía, tocó a la chica hermosa, quien pegó un grito aterrador y dijo:

- Esta mujer está maldita, su vientre... el vientre de que sólo causará desgracias, un vientre inhabitable, maldecido por el mismísimo demonio. Es una herencia... mis sentidos no me permiten llegar al punto en el que toda esta maldición a comenzado. Pero usted ha tenido un encuentro con el mismísimo diablo, usted es un adefesio de la naturaleza, una alma sin vida, o más bien... un cuerpo sin alma.

Sus ojos se quedaron en blanco, y junto con la señora cayeron hacia atrás mientras brotaba espuma de sus bocas

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