La gentileza con la que el sol brindaba sus últimos rayos era encantadora, el cielo se volvió de un tono anaranjado, tan bello como las naranjas antes de ser arrancadas, pero también se esparcía una que otra nube roja, algo parecido al fuego de aquel día, que mente podría olvidarlo, el sol termino de despedirse, incluso ahora se continúa sintiendo el intenso calor.
Licia se encontraba sentada en el piso de la habitación de los chicos de agua, sostenía su mochila en su regalo, mientras miraba los esfuerzos de Agnis y virga intentando ayudar a Eriko.
Eriko siente tanto dolor que sus golpes se dirigen a la nada, está tratando de liberarse de algo invisible para el resto de personas, su cabello azabache, como el cielo en lo más profundo de la noche, se enreda, su piel blanca y delicada recibe los golpes de sus forcejeos, el sudor le envuelve hasta la punta de los pies.
— Deberíamos llevarla a la enfermería— habló Licia.
Pero Virga la miro con negación.
Licia suspiro, si ellas no tomarían en cuenta su opinión no tenía caso, se levantó arreglando las mangas de su camisa, no puede evitar sentir la curiosidad de observar más allá de lo simple que ve, el cuarto está perfectamente organizado, le da algo de envidia, con Goro es imposible mantener la habitación ordenada, sin darse cuenta termina pensando en ellos, se queda quieta mirando el espejo frente a ella y su reflejo, su cabello rubio bajando sobre su cintura, sus ojos iluminados por la luz de la luna, y una sin emoción que le invade con pesadez.
— Todo es muy azul— dice de pronto intentando romper el silencio que había generado en su propia mente.
— Deja de decir tonterías, estamos en una mala situación — se quejó Agnis mientras colocaba un paño de agua fría en la frente de Eriko.
Entonces Licia suspiro nuevamente, en su cabeza, el sonido de los segundos en el reloj, cada momento desperdiciado, respirando y todo para llegar a la misma conclusión, estaba perdida en un gran laberinto del que era imposible salir.
— No entiendo que pudo causarle una convulsión — Virga suspiro agobiada.
— Tal vez la falta de aire — comento Licia abriendo la ventana, una buena excusa para mirar afuera, los árboles enormes a la distancia, y el vértigo de la altura, las personas caminando por el jardín y la lejanía de la luna, aquel blanco puro y delicado le recordaron a Asa.
— Deberíamos preguntarle a Asa — asumió Licia de pronto.
— ¿Por qué a él? — dudo Virga.
— Él es muy inteligente — dijo sin ninguna duda.
— Es muy inteligente— dijo sarcástica Virga — Está bien— lamento molesta.
Licia la miro confundida.
— ¿Y en qué nos ayudará eso? –dudo Agnis –. Ahs cómo sea ustedes pueden hacer eso, mientras iré a ayudar a Satoshi— tras sus palabras salió de la habitación pegando un portazo.
— ¿Acaba de abandonarnos? — Virga casi suelta un chillido de frustración.
~
Taiki salió al jardín, mirando la luna, su hermoso brillo iluminó sus ojos marrones dándoles un tono cobrizo, el bostezo con desesperación mirando las pequeñas flores que crecen a sus pies, la hierba verde y a la distancia los árboles de Acacia, pensaba en lo que haría cuando ya no pudiera soportar ver a aquel hombre, debía controlarse desatar su ira solo traería problemas, pero ya lo estaba haciendo, los rostros de sus dos compañeras recorrieron su mente, ¿podrían llegar a ser una familia?
Pensó tanto que se quedó dormido en el pasto.
Chitose buscaba a Virga, no la había visto durante toda la tarde, quería contarle tantas cosas, cuando menos lo espero estaba en el jardín, con rapidez Kano corrió hacia ella lamiendo su rostro.
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La profecía de los doce
FantasíaDoce jóvenes aparentemente normales en un mundo distópico descubren que son los protagonistas de una antigua profecía y que su destino ha sido trazado durante siglos. Los Doce ahora deben superar los obstáculos que les pone el destino y liberar a su...