37-Voto de silencio

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Es para las personas común expresar haber vivido calamidades cuando se refieren a su pasado; sin embargo, para nuestra querida Virga, las cosas no podrían ser más distintas, a pesar de no tener la infancia ideal, la percibe como un evento precioso y el que forjó su carácter y sueños, aquella que la llevo a ver el mundo desde un punto de vista positivo, y desear la salvación de la humanidad antes que su destrucción.

Es claro que gran parte de esa atribución se debe a la presencia de su hermano, que nunca la dejo sola; sin embargo, hay más de ella misma que desconoce, aunque Elliot aún no ha sido capaz de explicarle de dónde provienen y el papel de su familia, está más que segura que aquella información tampoco cambiaría en algo su persona, y jamás hubiera deseado ser reconocida por aquella familia durante su infancia.

La jovencita se prepara frente al espejo para dar inicio a su día, tan decidida como de costumbre, impartir justicia y dar voz a aquellos que no pueden alzar la suya, ha sido desde niña un deseo perdurable en su corazón, y ahora que finalmente lo lleva a cabo unas ansias desbordantes se elevan a lo desconocido.

En su perfecta lista de deberes, la primera era desayunar, al bajar fue la primera, se sentó en una de las trece sillas del comedor, trece porque en ocasiones Michael iba a cenar o almorzar con ellos, mientras hablaban de planes, y nuevos proyectos, o tan solo para ponerse al día, obviamente era Virga gran partícipe de tal conversación, estaba siempre lista para dar ideas.

- ¡Buenos días, Virga! - exclamó Cosme sirviendo en los platos ya colocados en la mesa el desayuno, que prescindían ser huevos revueltos con tostadas, además de mandarinas y jugo de limón.

Virga se dejó envolver por el delicioso olor que desprendía su desayuno, y se volvió a Cosme para sonreírle con gusto.

- ¡Como siempre, el desayuno se ve estupendo!

Cosme sonrió de oreja a oreja.

Pronto la mesa se fue llenando, los jóvenes se apresuraban en desayunar, los últimos en llegar siempre resultaban ser Asa, Leinali y Agnis.

- ¡Oh, no! - exclamaba la peliblanca mientras se echaba varias tostadas todas juntas a la boca -. Hoy debo hacer guardia.

- No hables con la boca llena, querida - le decía Leinali con tal tranquilidad que parecía ya lo había comentado en ciertas ocasiones.

La castaña se levantó de su asiento en silencio, retirándose, la primera tarea en su lista estaba completa y justamente a la hora acordaba, con satisfacción la tacho y dirigió su mirada a la segunda, al parecer había acordado con Taiki, la construcción de una casa para Kano, su querida mascota y mejor amigo.

Kano durante los últimos meses se había convertido en un perrito más grande, Virga lo traslado hasta su nuevo hogar apenas hace unos días, y esperaba poder darle mejores atenciones al pequeño, ya no tan pequeño como cuando lo conoció.

Se acercó al jardín para ver cómo iba la casa que construía Taiki, y no pudo quedar más disgustada, sin duda la tarea de martillar no era para el joven, su a veces desmedida fuerza dejaba ver trozos de madera rotas y forzosamente unidas, algunas tablas solo estaban a punto de desprenderse y había incluso algo de pintura en ciertas partes, como si tratara de cubrirla desesperadamente.

No había solución en aquella construcción, así que un suspiro de decepción salió de lo más profundo de su alma. Luego de observar la casa se dirigió a Kano para darle sus buenos días y su comida, pronto tacho aquello de la lista y fue hasta la siguiente.

Al parecer había acordado una corta reunión con Goro, así que echo un vistazo al comedor, al parecer ya no se encontraba allí, se dirigió al taller del pelinegro dónde pasaba el tiempo construyendo nuevos artefactos.

La profecía de los doceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora