Corto: 4-El amigo de la infancia

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Rodeadas por un montón de cajas llenas de piezas metálicas, Licia y Virga conversaban mientras trataban de organizar el enorme desorden que les encargo Goro.

— No puedo creer que Goro nos hiciera ordenar sus piezas — exclamo Licia amontonando un par de cajas.

Virga solo se rio de forma cómica, y luego continúo buscándoles un lugar a las piezas en el gran estante de la habitación destinada a resguardar los trabajos del pelinegro.

— Virga ... ¿Qué te tiene tan contenta? — cuestiono la rubia acercándose a ella —. ¿Me vas a decir?

Virga suspiro aun riendo.

— Estoy emocionada, al parecer él llegará hoy — murmuro contenta.

— ¿Quién? — Licia se veía asombrada.

— Johan, es un amigo de la infancia, crecimos juntos, pero no lo he podido ver desde hace tanto tiempo, ni siquiera sé si soy capaz de adivinar como luce ahora.

Licia aguantó soltar un chillido de emoción.

— No puede ser, esto es genial. Estoy segura de que por tu emoción se trata de tu primer—

Virga la silencio de inmediato colocando gentilmente unas de las cajas sobre su cabeza.

— No lo digas así, por favor, es vergonzoso.

Licia soltó una carcajada.

Goro llegó de pronto asomando su cabeza por la puerta y entrando de inmediato sin saludar.

— Virga, Johan, ya debe de estar por llegar, Elliotfue a buscarlo a Naki, especialmente por ti, así que lleguemos a tiempo para recogerlos — explico sin mucho afán. Su mirada fue a parar en Licia que le miraba de reojo escuchando sus palabras.

— Muy bien, ya estoy lista — recogió su cabello con prisas y se colocó un par de botas relucientes.

— Mucha suerte Virga, espero que tengas un lindo reencuentro — Licia sonrió con ánimos.

— Gracias —exclamo la castaña apresurándose a salir.

Goro se cruzó de brazos — Licia deja eso, le diré a uno de los reclutas que termine — murmuro con esfuerzo.

Licia se acercó a él con los ojos bien abiertos — No, no, no te preocupes, me parece bien que ordenemos este desastre, le pediré a Asa que me ayude.

Goro asintió con un poco de pena, y se marchó tras Virga.

Ambos salieron en busca de los chicos, y mientras iban de camino no cruzaron ni una sola palabra, el silencio, en cambio, no era desagradable, Virga estaba contenta y Goro podría disfrutar de una paz que poco experimenta, por supuesto que de vez en cuando observaba a Virga esperando alguna palabra que nunca llegaba, pues la jovencita estaba sumergida en sus propios pensamientos sobre el joven al que tanto tiempo había pasado sin ver.

Finalmente, llegaron, y antes de poder encontrarlo con la mirada, Goro explico con voz un poco tenue la personalidad del chico.

— Llegue a conocerlo, es raro, no habla mucho, pero es demasiado amable, un poco torpe e irónicamente hábil y fuerte, está hecho para el combate.

Virga lo escuchó atentamente y con emoción, lo que describía Goro, se le hacía familiar, le emocionaba el hecho de que en todo aquel largo tiempo Johan no cambiara demasiado.

Tardaron un par de minutos para verlos entre los carros que llegaban y los que se marchaban, Virga reconoció a su hermano cargando un par de maletas, este alzo su brazo saludando con emoción, el chico a su lado de apariencia juvenil le ayudaba a cargar los bultos pesados, Goro y Virga se acercaron, y por un instante la chica solo podía observar a Johan sin decir ni una palabra, el mismo la imito, o al menos esperaba ver su reacción.

La profecía de los doceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora