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La chica a ser nombrada se dió la vuelta con bastante terror mirando a la pelinegra que tenía la cara más aterradora que había visto en su vida, Lisa miró fijamente a Jennie, sudada, agitada, desesperada, llorando y todos sus demonios internos sal...

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La chica a ser nombrada se dió la vuelta con bastante terror mirando a la pelinegra que tenía la cara más aterradora que había visto en su vida, Lisa miró fijamente a Jennie, sudada, agitada, desesperada, llorando y todos sus demonios internos salieron a la luz.

— L-Lisa yo..

Trató de justificar Soyeon.

– Lisa...

Emitió levemente Jennie que parecía ser más bien un llamado suplicante de ayuda.

– Suéltala.

Ordenó Lisa seria, Soyeon aún seguía en shock, no se movía.

– ¡¡DIJE QUE LA SUELTES O ERES SORDA MALDITA ZORRA!!, ¡¡SUÉLTALA EN ESTE INSTANTE!!.

Gritó tan fuerte que se espantaron ambas, Soyeon la soltó y Jennie solo corrió hacia Lisa para caerse en el suelo lastimando su rodilla, no importaba, lo único que quería era estar cerca de la pelinegra porque le daba seguridad.

– Eres una miserable, Soyeon..Eres una maldita desgraciada que no tendría que vivir.

Escupió Lisa con crueldad, haciendo que Soyeon sintiera ganas de llorar.

– L-Lisa y-yo te amo.

– ¡PERO YO NO, JODER!....Si tenías un problema conmigo, lo resuelves conmigo, ¿pero meter a otros en esto?, ¿Tan bajo caíste?. Tú no me amas Soyeon, tú solo estás obsesionada conmigo y te inventas historias en la cabeza para no aceptar la realidad, intimidad a todas las personas cercanas a mí o que tienen algo conmigo diciéndoles mierdas como que eres mí novia y así solo para hacerte superior porque sabes que nunca estaré con alguien tan miserable como tú.

Soyeon cayó de rodillas al suelo sintiendo dolor en las palabras.

– Te doy un consejo, deja esa mierda de fantasía que no es real. La fantasía es una mierda porque por más que disfrutes de ella, la realidad siempre llegará. Eres solo una pobre diabla que vive en la mentira, no te quiero Soyeon. Pero antes solo no te quería, ahora te odio. No vuelvas a aparecer en mí vida.

Finalizó, Lisa se volteó y se agachó para acariciar el cabello de Jennie la cual aún lloraba pero se tranquilizó al tener a la pelinegra con ella, la miró con sus ojitos inocentes y Lisa sintió mucha culpa.

– Jennie, ven, vámonos.

Lisa tomó las manos de Jennie y la levantó con cuidado, limpió sus prendas y acomodó su falda, para luego pasar su brazo por el hombro de la más bajita.

– Tengo tu mochila–dijo enseñándosela– la traje porque no sabía dónde estabas y tal vez podrían robártela.

Jennie agradeció con una reverencia y se fueron juntas, en todo el camino ninguna habló, pero Jennie reconoció que Lisa la había llevado a su casa, pasó y se acomodó en un sofá como la vez pasada.

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