¡No me llames Nymphadora! ❀ Remus&Tonks

Capítulo 30: Campamento

"Puede que no sea el mejor, pero esto podría ayudar con la hinchazón".

Remus miró hacia arriba a tiempo para ver a su 'compañero de litera' arrojarle un paño empapado. Cuando lo atrapó, se dio cuenta de que lo habían empapado con agua helada.

"Gracias." Remus hizo una mueca y presionó el paño frío en el moretón de su rostro.

Han pasado días desde que Remus llegó al campamento. Aparentemente, Dumbledore tenía razón; este era el campamento en el que Greyback parecía pasar la mayor parte del tiempo, aunque las razones seguían siendo un misterio para Remus. Había pasado los últimos días aquí siendo tratado no mejor que en el mundo mágico; quizás peor.

Los hombres lobo lo miraron con sospecha y lo rechazaron. Greyback le había concedido a Remus una audiencia solo para quedarse a mirar el ritual en el que lo aceptaban en su manada una vez más; una paliza brutal por parte de cualquier hombre lobo lo suficientemente valiente como para hacerlo. Remus se encontró a sí mismo apenas capaz de pararse después de esa terrible experiencia. Había escapado de la muerte con una costilla rota y una muñeca torcida. Eso fue más que suficiente para mostrarle a Remus exactamente qué tipo de bienvenida tendría aquí entre los lobos.

Había enterrado su varita cerca del campamento, para mantenerla a su alcance y lejos de Greyback. No quería que el Alfa lo rompiera; como lo que les había hecho a los demás con varitas.

Desde la primera experiencia de guerra de Remus, sintió que debería mantener su varita sobre él, pero Greyback había hecho el control de rutina sobre él; desnudarlo hasta la piel y hacer que sus hombres lobo revisen la tela antes de devolvérsela. La poción mata-lobos estaba prohibido. Cualquier lobo que lo toma se convertía automáticamente en el Omega de la manada y, aparte de eso, Greyback prometió los peores castigos por ello.

Cuando el Alfa le preguntó al respecto; sabiendo que poseía una varita, Remus afirmó que la había perdido durante la última pelea con los magos que lo había hecho huir a la manada. Greyback pareció creer su mentira, pero se mantuvo cauteloso con él.

Remus ya se había peleado dos veces desde el momento en que llegó, excluyendo su 'ceremonia de bienvenida'. Alrededor del campamento, con la luna llena que se acercaba, los hombres lobo estaban nerviosos y fácilmente se enfurecían ante la menor molestia; siendo principalmente la presencia de Remus.

Los lobos veían a Remus como débil y lo despreciaban. Algunos lo miraban con ojos sospechosos, algunos escupían en el mismo suelo donde estaba y otros fingían que no existía. La mujer de la manada actuó ajena a él en su mayoría, pero Remus había tenido más miradas curiosas que odiosas de ellos. Sabía que podría averiguar mucho si hablaba con ellos, pero Remus se mantuvo a distancia, no queriendo provocar a ningún hombre hostil y posesivo.

La luna llena era esta noche y Remus se estremeció ante la idea de sufrir la transformación con sus nuevas heridas cuando las viejas aún no se habían curado, pero él sobreviviría a través de ella, tal como lo había hecho todos estos años.

"Heridas desagradables allí"

Remus miró hacia arriba para encontrar a su joven compañero de litera estremeciéndose cuando Remus presionó la tela contra un feo y grande moretón en su costilla. Acababa de sanar cuando un hombre lobo grande y voluminoso le había dirigido una buena patada fuerte de nuevo. Su compañero de litera, Heiser, solo tenía unos veinte años, no mayor que Tonks. Tenía el pelo castaño, sus ojos de un tono castaño más oscuro, hombros anchos y complexión alta.

Como los otros hombres lobo, Heiser tenía muchas cicatrices. Durante su tiempo aquí, Remus había notado que los hombres lobo tendían a agruparse en camarillas sin saberlo durante su tiempo libre en el día cuando no estaban cazando. Los adolescentes de la manada se unieron y compararon sus cicatrices, jactándose de quién tenía la más desagradable de todas. Los hombres mayores se sentaron alrededor, cazando si les apetecía. Las mujeres atendían principalmente a los niños hombres lobo.